Cerca de 28 mil jardínes de niños no cuentan con un control de entradas y salidas de personas, mientras 59% no tiene bodega para guardar sustancias peligrosas, documenta en una investigación
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 30
Alrededor de 28 mil planteles de prescolar, esto es, 35 por ciento en el país no cuenta con un control respecto de las entradas y salidas de personas en sus instalaciones, mientras 59 por ciento –aproximadamente 47 mil centros– carece de una bodega para resguardar materiales o sustancias que puedan representar riesgos para la salud y la integridad de los niños.
De acuerdo con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en 10.3 por ciento de las aulas de ese nivel educativo hay materiales tóxicos como cloro, alcohol, agua oxigenada o detergente
, que representa un riesgo para la salud de los menores. En 31.2 por ciento de los salones la infraestructura se encuentra en mal estado; abunda mobiliario con astillas o clavos que sobresalen, estantes frágiles o ventanas con vidrios rotos, que también significan una amenaza para la seguridad de escolares y docentes.
En La educación prescolar en México. Condiciones para la enseñanza y el aprendizaje, el INEE advierte que en 11.3 por ciento de las aulas en este nivel educativo las instalaciones eléctricas son deficientes, ya sea porque hay cables sin recubrimiento, contactos en mal estado o saturados, entre otras fallas
y 10.6 por ciento de los espacios de aprendizaje se utilizan para almacenar instrumentos tales como herramientas, podadora, entre otros
.
La bodega, apunta el INEE, es considerada un elemento de seguridad para la escuela debido a que permite el resguardo de materiales que pueden representar riesgos para la seguridad y salud de los niños; sin embargo, este recurso no está presente en la mayoría de los planteles.
Los resultados de acuerdo con las modalidades educativas arrojan brechas aún mayores: mientras 91.8 por ciento de los prescolares privados sí cuenta con un espacio para el almacenamiento de materiales y mobiliario, la cifra para los centros comunitarios, indígenas y rurales es inferior a 25 por ciento.
Otro elemento que tomó en cuenta el instituto para analizar las condiciones de seguridad fue conocer si las escuelas de dicho nivel cuentan con un control de entradas y salidas de personas. A escala nacional se observó que 65 por ciento de los planteles ha implementado esta medida. No obstante, en el caso de los centros indígenas y comunitarios menos de una cuarta parte ha respondido a esta disposición.
El INEE apunta que el mecanismo de seguridad más extendido entre prescolares del país es el cerco perimetral, con 82 por ciento de los planteles.
Respecto a las condiciones físicas de las aulas, el instituto pidió a los profesores señalar si éstos contaban con materiales tóxicos, instalaciones eléctricas deficientes, infraestructura en mal estado y equipo sin usar almacenado dentro de las aulas.
Nuevamente las escuelas privadas y las urbanas públicas en contexto favorable
presentaron los menores rezagos. Sin embargo, los prescolares públicos, adonde asisten los niños más pobres, tienen las mayores condiciones de riesgo. Por ejemplo, en 24 por ciento de las aulas de los planteles rurales que son atendidos por dos o más docentes existen materiales tóxicos, mientras en casi 60 por ciento de los salones de prescolares indígenas, los niños tienen muebles con astillas o caminan en pisos desnivelados.
El INEE advierte que en materia de seguridad, las actuales condiciones hacen necesario que dichos planteles cuenten con regulaciones y supervisión.
“Sería deseable que las condiciones de riesgo reportadas por los docentes en sus aulas fueran erradicadas, y que entre los administradores de los servicios educativos –autoridades, directivos y docentes– se favoreciera una cultura de prevención, pues sólo de esta manera se podrán asegurar condiciones adecuadas de seguridad e higiene.”
En general, añade, la situación del prescolar deja ver la necesidad de acciones del Estado dirigidas a asegurar la existencia, suficiencia y funcionamiento de servicios y espacios educativos adecuados, con la finalidad de que alumnos y docentes dispongan de ambientes apropiados para la enseñanza y el aprendizaje