Polémicos negocios por su política laboralFoto Cinthya Santos
Cinthya Santos Briones
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 17 de marzo de 2013, p. 32
Nueva York, 16 de marzo.
Autos limpios, trabajo sucio
dicen los trabajadores inmigrantes que lavan los coches en esta ciudad, quienes están entre los más explotados y vulnerables, pero también son protagonistas de una de las luchas sindicales más dinámicas en Estados Unidos hoy día.
A la gran mayoría de los lavacoches –carwasheros como se autodenominan– que laboran en las empresas de este sector por todo Estados Unidos se les paga por hora, generalmente menos del salario mínimo legal, y no cuentan con beneficios, protección o seguridad en el empleo.
Los lavacoches han sido por décadas uno de los sectores más explotados, junto con los jornaleros, los trabajadores de restaurantes, supermercados y las empleadas domésticas. Es desde este sector, casi invisible, que han surgido nuevos esfuerzos para sindicalizarse y demandar un trato digno en el empleo, con respeto a los derechos fundamentales de los trabajadores en sitios que van desde Nueva York hasta el otro extremo del país, California.
Rocío Valerio, activista de Wash Nueva York, iniciativa impulsada por organizaciones comunitarias y un sindicato nacional, comenta que el propósito central de esta campaña ha sido crear sindicatos que permitan garantizar seguridad laboral a los trabajadores. “Si no tienes un sindicato todos somos empleados bajo voluntad, lo que significa que el patrón puede despedirte a la hora que sea. Un compañero llevaba 24 años trabajando en un lavado de coches y un día por ir por su café –lo hacia cotidianamente– lo despidieron; le dijeron: ‘sabe qué Juan Serrano, gracias por su servicio, aquí está su cheque’, y no hay nada en la ley que te defienda”.
La inseguridad y el miedo se incrementa cuando se utiliza el estatus migratorio de la persona en su contra, y muchos de los dueños de estas corporaciones saben utilizar esta arma para acallar demandas y aplastar toda protesta.
Una de las primeras iniciativas para defender los derechos laborales básicos de los lavacoches fue lanzada en 2008 en California con la campaña CLEAN, impulsada por la Red Comunitaria de Trabajo y Acción Ambiental, National Day Laborer Organizing Network (NDLN) y United Steelworkers (USW), con el objetivo de mejorar las condiciones laborales y de salud de miles de trabajadores que se emplean en este sector.
Ya en 2003 el estado de California había aprobado la ley 1688 que permite investigar y sancionar las violaciones laborales dentro de los establecimientos de lavado de vehículos como Wash & Go y Hand Wash, en Irving, California, que han sido demandados por 1.25 millones de dólares por explotar a sus trabajadores. En 2011, Bono Auto Wash, en Santa Monica, California, se convirtió en el primer lavado de autos que tuvo un sindicato en Estados Unidos.
Inspirados en la trabajo de CLEAN, en 2012 se lanzó la campaña Wash Nueva York, por conducto de New York Communities for Change, el sindicato Retail Wholesale and Department Store Union (RWDSU) y Make the Road.
En Nueva York las violaciones en esos lugares de trabajo ya eran conocidas, incluso sancionadas por las autoridades. En 2009 el Departamento de Trabajo del estado investigó violaciones e irregularidades en distintos lavados de coches de los condados de Bronx, Queens, Manhattan y Brooklyn. Uno de ellos, de la cadena de John Lage, fue demandado y obligado a pagar 3.7 millones de dólares a sus trabajadores.
Riesgos de trabajo
John Lage es dueño una de las más grandes cadenas de lavado de autos en la ciudad de Nueva York, sus empleados, indocumentados en su mayoría, de origen mexicano, guatemalteco –muchos de ellos indígenas– y salvadoreño, no sólo son explotados y reciben mal trato, sino que se les paga de tres a cinco dólares por hora, cuando el salario mínimo en la ciudad es 7. 25 dólares.
Wash Nueva York, estima que más de 70 por ciento de los lava coches trabaja entre 60 y 105 horas por semana. Y a pesar de las largas jornadas laborales, más de la tercera parte de ellos no ha recibido ningún tipo de pago extra por exceder las 40 horas que reglamenta la ley federal.
Además, cuando la demanda del servicio cae, el trabajo se reduce a 10 o 15 horas por semana. “Cuando no hay trabajo en los lavados de coches los gerentes nos envían de regreso casa... un día perdido, sin pago. Hay compañeros que van del Bronx hasta Manhattan o Queens, pagan pasaje y comida, ¿para qué?, declara Juan Campi, lavacoches y activista en Wash Nueva York.
En la mayoría de los lavados los empleados no reciben 100 por ciento de sus propinas y, en los casos más extremos se mantienen sólo de éstas, sin recibir ningún sueldo. Una realidad que se vuelve más brutal cuando se considera que las ganancias de estas corporaciones son de millones de dólares anuales.
En el caso de John Lage, los trabajadores habían reportado que el administrador se quedaba con 100 por ciento de las propinas
, comenta Rocío Valerio, y peor aún, indica, esas propinas eran usadas por la empresa para pagar por los insumos que se requieren para el trabajo, por ejemplo las toallas. Todo esto salía de los bolsillos de los empleados, algo que es totalmente ilegal
, refiere Valerio.
Las demandas que proclama Wash Nueva York incluyen el pago del salario mínimo estatal, más propinas, un seguro médico, goce de incapacidad, vacaciones pagadas y capacitación laboral. Hay compañeros que llevan trabajando más de 20 años y nunca han tomado vacaciones, van al trabajo enfermos por miedo de que si faltan los despedidan
, añade Valerio.
Y resalta la capacitación laboral, en los cerca de 300 negocios de lavado de automóviles en los cinco condados de la ciudad den Nueva York, más de 5 mil empleados no cuentan con ningún tipo de entrenamiento y protección para la utilización de la maquinaria y los productos químicos. “Hay muchos compañeros que no saben que los químicos que usamos –como el Windex– nos pueden causar cáncer, nos desbaratan los huesos, nadie nos dice esto. Dentro de los lavados de coches ocurren muchos accidentes, estamos expuestos a manejar maquinaria sin protección, los dueños no nos dan guantes ni máscaras, si nosotros queremos utilizarlas debemos comprarlas”, comenta Juan Campi.
El creciente movimiento de lavacoches en Nueva York ya ha logrado lo que muchos consideraban casi imposible: sindicalizar a cinco lavados de automóviles en la ciudad. En Chicago se han unido a la campaña de los lavacoches bajo la coordinación del Centro de Trabajadores Arise. Empleados de este sector en estados como Texas y Florida se están sumando a esta lucha.
Así, con los lava coches, aparece la defensa de los derechos fundamentales de todo trabajador en Estados Unidos