dro Echeverría V.
1. El Instituto Federal Electoral (IFE), dicen sus apologistas políticos, es un triunfo de la democracia que ha costado mucho lograrlo y merece defenderlo con pasión. Señalan que es producto de grandes transformaciones logradas por los partidos para evitar que sea el gobierno el que maneje los procesos electorales. Pero la mayoría de los electores saben que el IFE no tiene nada, ni un ápice de “ciudadano”, porque sólo ha sido instrumento de los dirigentes del PRI y del PAN que son los negocian todos los cargos directivos y determinan sobre los acuerdos. Lo que ha sucedido en México, que resulta muy cínico, maniqueo y vergonzoso, es que los partidos y los personajes de la política declaran que “existe democracia y buenas autoridades” cuando salen favorecidos y “son pésimas” cuando pierden. Nunca se han atrevido a criticar a las instituciones y lo que se llama “poderes fácticos” porque están en el juego del poder.
2. En México es muy común decir, sobre todo entre los políticos: “Dame un empleo, un “hueso” o una lana (dinero) y estoy dispuesto a bailar como perro”. La filosofía del individualismo: “Favoréceme a mí y todo lo demás me importa un carajo”. Lo condenable es que esa forma de pensar –que se transmite en todas las instituciones, sobre todo en los medios de información- ha penetrado en las profundidades de nuestro pueblo. Por ejemplo, los partidos políticos, que reciben cientos de millones de pesos para sus campañas, van acostumbrando a la gente a darles regalos, materiales de construcción, dinero, a cambio de su voto o de la asistencia a mítines políticos de propaganda. Ningún candidato podrá ganar una elección si no cuenta con dinero para repartir entre sus seguidores. Está probado que quien gana la elección es el que tiene más dinero para pagar TV y radio y para comprar votos.
3. Hoy cuando escuchaba la demagogia del panista Santiago Creel -entrevistado en radio por la periodista Carmen Aristegui- me pregunté: ¿Será que tenga que oír todas las falsedades y bobadas (45 minutos) de un político que miente de manera abierta, que cree que los que lo escuchan son unos tontos y porque Aristegui, en nombre da la libertad y la pluralidad, le permita que se repita y repita hasta el cansancio? Por primera vez pensé en dejar de escuchar el programa radial. Me interesan que investigadores y comentaristas inteligentes digan cosas nuevas, pero que políticos hagan campaña –por cualquier partido- sin decir nada nuevo e interesante, prefiero apagar la radio. Sobre todo en estos meses en que el funesto Instituto Electoral nos bombardea durante el día con sus comerciales para votar. ¿Se olvida que no votamos porque todos los gobiernos han sido corruptos y han estado al servicio del capital?
4. Este señor Creel, heredero de una de las familias más poderosas del Porfirismo, hizo su carrera en el llamado IFE, órgano que proclama que es “imparcial”, pero sirve de manera directa al PAN y al PRI. Este personaje –como casi todos los que han salido de esa institución- navegó con bandera de independiente pero en la práctica, como luego se demostró, hacía trabajo para el PAN. Del IFE brincó a la legislatura, a la secretaría de Gobernación y llegó hasta la precandidatura presidencial del PAN. Otro personaje del IFE, también de “bandera independiente”, el tal Alonso Lujambio, de un cargo de confianza del gobierno de Calderón, se pasó a secretario de Educación y ahora es precandidato presidencial del PAN. Otro saltarín del IFE, Juan Molinar, de la legislatura ha brincado al IMSS, luego a Comunicaciones y se piensa que es precandidato presidencial. El IFE es un trampolín, con dignas excepciones.
5. El IFE es, junto a la Suprema Corte, el Tribunal Electoral y la presidencia de la República, de las dos o tres instituciones donde se pagan los más exorbitantes salarios: unos 500 mil pesos al mes, más otros ingresos (unos 300 salarios de trabajadores) Formalmente el IFE surgió en 1996, pero ya desde 1977 (LOPPE) y 1989 (COFIPE) se venía conformando para hacerlo “independiente o autónomo” del gobierno para quedar en manos de los dirigentes de los partidos, hoy la “partidocracia”. El IFE significó “cambiar un poco para que todo siga igual” o, como dicen en México: “Dar al pueblo atole con el dedo”. Quienes peores golpes recibieron de esas instituciones electorales, y las denunciaron en su momento, fueron Cárdenas en 1988 y López Obrador en 2006, pero muy pronto se les bajó el coraje y –sin ningún cambio positivo importante- lo siguieron aceptando y podrían volverlo a usar. Parece que no hay memoria.
6. El IFE, con los miles de millones de pesos que maneja del presupuesto público, funciona como un gran organismo de control corporativo electoral en todo el país. Sus consejeros nacionales y estatales se encargan, mediante negociaciones de antesala con el PAN y el PRI (los dos principales partidos) acuerdan, luego aprueban, reglamentos que todos los partidos, los políticos y los electores deben cumplir. Sin embargo, a pesar de ese corporativismo, el IFE se somete a todas las presiones empresariales y de los medios de información. Las intervenciones de esos “poderes fácticos” son absolutas y sin freno. Los empresarios compran con sus millones a partidos y políticos y los medios hacen propaganda abierta o encubierta para beneficiar a los políticos que mejores beneficios para ellos ofrecen. El IFE, a pesar de las denuncias que le exigen imparcialidad, suele hacer como que no oye ni ve. La imparcialidad e independencia no es tal.
7. Pero el IFE representa a la democracia electoral mexicana cuya última actuación importante fue anunciar el triunfo de Felipe Calderón después que tras mil maniobras –antes, durante y después de los comicios de 2006- despojó a López Obrador. Quizá dentro de algunos años –como hizo el expresidente De la Madrid respecto a Cárdenas- se diga que AMLO ganó la elección y salgan a la luz los personajes que intervinieron, pero de nada, absolutamente de nada, servirá. Porque aunque se diga que el IFE, el TRIFE, la Suprema Corte fueron compradas para dar su fallo, los actores principales ya han olvidado. Por la falta de memoria el IFE sigue siendo una institución que todos los políticos respetan y obedecen; por esa razón sus altos funcionarios lo siguen teniendo como el mejor escalón para luego ocupar los más altos cargos del país. ¿En dónde quedó su independencia y autonomía? Toda una fars
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