Este dos de octubre se cumplen 42 años de la masacre perpetrada por el gobierno priista contra miles de estudiantes; jóvenes universitarios y politécnicos; estudiantes, amas de casa, intelectuales, trabajadores, fueron asesinados impunemente por miembros de la policía y del ejercito mexicano.
Las órdenes giradas por la élite traidora a México, busco acallar para siempre la lucha por justicia y democracia. Las marchas masivas de más de 700 mil u 800 mil estudiantes, trabajadores, amas de casa y empleados de oficina que tardaban más de tres o cuatro horas en llegar al Zócalo a partir del Museo de Antropología, aún están presentes y frescas en la memoria de quienes participaron activamente y de quienes formaron valla en silencio a lo largo del camino para verlos pasar y darles su apoyo.
Algunos estudios señalan que fueron disparados unos 15.000 proyectiles (cifra oficial), 8.000 militares de varios cuerpos destacados en la acción, 300 medios armados entre tanques, medios blindados y jeeps con ametralladoras. Todo esto para reprimir una manifestación pacífica, por el viejo procedimiento de las provocaciones de los militares de paisano infiltrados entre los manifestantes, a las que contestan los militares con uniforme.
El resultado fue de no menos de 700 heridos, un número indeterminado de muertos que algunos dicen fue de 300, muchos de los cuales, probablemente, fueron arrojados al océano desde aviones militares, 5.000 estudiantes detenidos, algunos de ellos sometidos a torturas y falsas fusilaciones y 300 de ellos permanecieron en la cárcel hasta la amnistía de 1971.
Hoy como hace 42 años, la lucha por la democracia y la rebeldía de los jóvenes y del movimiento estudiantil, es un aviso al gobierno de que su sistema está caduco, que los ideales por los que se luchó en la revolución fueron abandonados para acoger los principios de una élite en el poder, dando muestras de que el país se ha vuelto desigual y lleno de contradicciones; es la lucha del gobierno de Díaz Ordaz vendiendo la imagen, como hoy lo hace Calderón, no solo a extranjeros sino a los nacionales, de que el progreso y el desarrollo van cambiando a México, con la censura a toda la crítica, contra la resistencia de los jóvenes estudiantes que empezaban a ver los peligros de un gobierno casi absolutista, siendo la figura presidencial intocable e inamovible.
El dos de octubre de 1968, el movimiento estudiantil despertó a la sociedad de un letargo donde sólo se había ocupado de vivir una realidad fantasma en un país en el que nada pasa, a una realidad combativa, enfrentándose a la violencia del Estado, combatiendo con el arma más importante que poseía la juventud de esa época, su indomable espíritu por lograr un México con justica y democracia para concientizar a la población en general de la opresión en la que se vive.
La sangre de los jóvenes aún está fresca y llena de dolor, reconocemos su imponderable contribución a la lucha por lograr un país más igualitario, con más democracia y justicia.
¡¡¡Porque el color de la sangre jamás de olvida!!! ¡¡¡Por la Patria, la justicia y la democracia!!!
Fraternalmente
Fermín Carreño Meléndez
Dirigente Nacional de UNIDAD PATRIOTICA
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