Investigación de Marcela Aguirre Fuentes basada en una encuesta elaborada por el Inegi
Martes 4 de enero de 2011, p. 31
Un estudio sobre violencia sexual en mujeres en situación de encierro, realizada por el Instituto Mexicano de Sexología AC, evidenció una notoria relación entre la existencia de violencia sexual vivida y el tipo de delito
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El menor índice de mujeres que lo reportaron son las que están presas por fraude, en comparación con las que están purgando sentencia por robo, quienes mantuvieron el mayor índice de violencia sexual en su historia de vida.
Destaca que en experiencias como insultos, amenazas, sexo anal y uso de objetos sexuales, las mujeres sentenciadas por secuestro rebasan a las internas por robo.
La investigación resaltó que las internas que refieren mayor violencia sexual son las que están ubicadas en el dormitorio para adictas, reincidentes y con alto grado de peligrosidad.
La investigación, a cargo de Marcela Aguirre Fuentes, determinó que casi la mitad de las que participaron en el estudio ha vivido violencia sexual (exigencias, posturas o actos sexuales obligados) e insultos y amenazas.
Asimismo, se encontró que el grupo de mujeres adictas a alguna sustancia reportó significativamente mayor prevalencia de violencia sexual en su historia
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La finalidad del estudio fue identificar la prevalencia de violencia sexual en mujeres internas de un centro femenil de readaptación social en México y su relación con variables como el tipo de delito.
Relaciones indeseables
Para propósitos de análisis, se definió a la violencia sexual como la imposición de una relación sexual no deseada, de posturas, de gestos y de actos en donde existe el abuso, la violación, los insultos, los golpes y las acusaciones durante las relaciones sexuales o la venganza, el chantaje y las amenazas cuando existe una negativa a tener relaciones de tipo sexual. Dentro de esta forma de violencia se abarcan las modalidades de violación, estupro, incesto, violencia sexual infantil, exhibicionismo y prostitución
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El trabajo no encontró relación entre la edad, el nivel de escolaridad y la violencia sexual experimentada, por lo que determinó que la violencia puede existir independientemente de estos factores
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La investigación también indagó sobre las reacciones que reportaron las internas que sí habían sido violentadas sexualmente: depresión e ideas suicidas, 51 por ciento; 63 por ciento, pérdida de autoestima, culpa e inseguridad; y 60 por ciento expresó haber sentido ansiedad, negación, miedo y vergüenza.
Además, 44 por ciento recurrió al consumo de drogas y medicamentos y experimentó alteración de sueño y apetito.
Sin embargo, la consecuencia reportada con mayor frecuencia se refiere a la experimentación de resentimientos, deseos de agredir y de venganza, con 82 por ciento de la muestra.
El trabajo señala que de 48.3 por ciento de las mujeres víctimas de violencia sexual, 30 por ciento admite sentir resentimiento actualmente; 9.3 por ciento manifiesta depresión, y sólo 9 por ciento afirma haber superado la experiencia.
Los porcentajes más altos en rubros de edad, escolaridad y tipo de delito muestran que de las internas a las que se aplicó el cuestionario (basado en la encuesta sobre violencia elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía y complementado con preguntas diseñadas exclusivamente para la investigación) 41.3 por ciento son menores de 30 años, 36.3 por ciento tiene nivel de estudios de secundaria y 39 por ciento se encuentra sentenciada por el delito de robo.
El estudio cita investigaciones referentes a mujeres en situación de encierro en otros países. En todos los casos se encontró que la mayoría de las mujeres presas había sido víctima de violencia física o sexual durante su niñez
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