Domingo 2 de enero de 2011, p. 29
En México, 4.1 millones de personas tienen dependencia a bebidas embriagantes, pero se estima que al menos 9 millones pueden sufrir los efectos directos de esta enfermedad si se considera que tener un alcohólico en casa implica consecuencias nocivas para la familia en aspectos emocionales, económicos y sociales
, afirmó Luis Berruecos Villalobos, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y especialista en el estudio de este padecimiento.
El alcoholismo –dijo– es un grave problema de salud pública en la que poco o casi nada se le quiere invertir, particularmente en acciones para prevención y atención de pacientes
. Indicó que los adolescentes y jóvenes son el sector más vulnerable, pues su patrón de consumo se sigue incrementando ante una sociedad que tolera la ingesta excesiva de alcohol
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La Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) 2008 revela que 1.7 por ciento de los mexicanos consumen a diario bebidas alcohólicas hasta embriagarse, mientras 27 millones, de entre 12 y 67 años, ingieren grandes cantidades por ocasión, es decir, más de cinco copas, los varones, y cuatro o más las mujeres.
Hay 4 millones que beben una vez a la semana o con mayor frecuencia. Entre ellos, se incluyen mujeres adolescentes cuya forma de beber se ha incrementado en comparación con los varones de ese rango de edad. No obstante, señala la ENA, el grupo de población que muestra los niveles más altos de consumo es de 18 a 29 años, pues aunque los patrones de ingesta descienden conforme aumenta la edad, los resultados revelan que los adolescentes están copiando los esquema de consumo de los adultos.
Berruecos Villalobos indicó que ante la falta de regulación en la publicidad de bebidas alcohólicas y una estricta aplicación de la normatividad que prohíbe la venta a menores de edad, este sector de la población es el que enfrenta mayores riesgos, pues prevalece una tolerancia social al consumo de alcohol entre menores, sin que se ataque este padecimiento con acciones claras para prevenir una adicción que ocasiona no sólo daño físico, sino económico y emocional
.
Agregó que en México no existe una cultura del buen beber. Los padres de familia consideran que enseñar a beber a sus hijos con moderación y responsabilidad no es una tarea que les corresponda, pero tampoco lo hace la escuela, y como resultado, tenemos a miles de jóvenes que de forma cada vez más frecuente acaban alcoholizados y con riesgo de generar dependencia
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