Angie tiene sólo cuatro años viviendo como mujer, desde agosto de 2007, y cuatro meses de hormonación, proceso que empezó en marzo de este año. Está convencida de que el siguiente paso es la cirugía de reasignación de sexo, “primero Dios, si se puede, cuando la Clínica Especializada Condesa la tenga o cuando logre que en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado reconozcan nuestra condición de transexualidad”.
En la actualidad, Angie trabaja en esta última institución de salud como subjefa del Departamento de Programas de Equidad de la jefatura de Servicios de Derechos Humanos y Participación Social. Sin embargo, su currículo recorre áreas tan diversas que van desde el modelaje fotográfico, la docencia, la actuación, el activismo y la escritura.
Angie Rueda Castillo es integrante del Frente Ciudadano Pro Derechos de Transexuales y Transgéneros, labor que ha sabido combinar con otras ocupaciones, como la escritura de su primer libro, “Hola, yo soy Angie. Testimonio de una mujer transexual”, el cual fue editado por Arroba Editores, y se encuentra a la venta en las librerías Voces en tinta, y El Armario Abierto.
Por ahora ya trabaja en lo que podría ser su segundo libro, un material en el que hablará de la relación que ha mantenido con su novio, su primera y única pareja hombre, la única persona por la que se ha apasionado de verdad, a quien le dio su virginidad, y espera darle su “segunda virginidad” cuando se opere, a pesar de que asegura, nunca podrá casarse con él, pues “no es posible, no es un hombre libre”.
Definida a sí misma como una mujer llena de contradicciones, Angie vive con su madre y con su hermano, quienes la apoyan “aunque les ha costado trabajo”; con su hermana menor tiene actualmente una relación fracturada, la misma que tendría con su padre si no hubiera muerto antes de que Angie se declarara transexual. Sabe que la operación de reasignación de sexo puede representar muchas complicaciones, sobre todo para una mujer “madura” como ella. Sin embargo, está convencida de que Angie es lo mejor que le ha pasado en la vida, y por ella, vale la pena correr el riesgo.
“Por primera vez, con consciencia, estoy haciendo realmente lo que quiero, consecuencia de ello, estoy arriesgando todo: mi familia, mis hijos, y quizá mañana arriesgue lo único que me quede, que es mi salud. Tengo miedo de la operación. Sé que por ser una persona madura puede haber complicaciones y un mayor riesgo. Si el día de mañana llego a la cirugía voy a acabar de arriesgarlo todo, lo que tengo, lo que soy. Vivo con paz, con plenitud, al fin estoy donde pertenezco”.
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