Sin renunciar al PRD, la diputada Ana Luz Lobato se une al priísta Peña Nieto

Sin renunciar al PRD, la diputada Ana Luz Lobato se une al priísta Peña Nieto

Ángeles Cruz Martínez

 

Periódico La Jornada
Sábado 2 de junio de 2012, p. 12

Sin renunciar al PRD ni a su ideología de izquierda, la diputada Ana Luz Lobato Ruiz anunció que apoyará la candidatura presidencial del priísta Enrique Peña Nieto.

La legisladora, de quien no se recuerda una participación activa en tribuna, no pudo contestar con qué pruebas cuenta para dar por hecho que Andrés Manuel López Obrador, abanderado de la izquierda a la Presidencia, fue el autor intelectual de la cena en que supuestamente se pidió dinero a empresarios para su campaña.

Señaló que su decisión se debe a que López Obrador “traicionó nuestra convicción democrática al inducir a la corrupción con un pase de charola que nos agravia y ofende”. De igual forma –dijo–, “no se entiende por qué Manuel Bartlett y Arturo Núñez –aspirantes a senador y a gobernador de Tabasco, respectivamente, también por los partidos de izquierda– son promovidos por López Obrador.

Con evidente nerviosismo, la legisladora, identificada con la corriente perredista Alternativa Democrática Nacional (ADN), terminó de leer su mensaje y pretendía retirarse, pero ante los gritos de los reporteros que le exigían atender sus preguntas, regresó sólo para evidenciar que no iba preparada para eso.

No supo qué decir cuando se le preguntó por las iniciativas o su aportación al trabajo legislativo, y optó por salir casi corriendo en lugar de responder sobre las evidencias con que cuenta para acusar a López Obrador, o cómo es que conserva su ideología de izquierda pero apoyará al PRI.

Sobre el tema, la diputada Mary Telma Guajardo Villarreal, coordinadora de la bancada del PRD, señaló: Lobato era legisladora de medio tiempo, al tener 50 por ciento de inasistencias.

Dijo que esta adhesión y la de la también diputada perredista María Dina Herrera Soto –esta última anuncia hace unos días– a la campaña de Peña Nieto es la evidencia del nerviosismo del PRI ante el crecimiento de López Obrador en las preferencias electorales