Desde hace 28 años damos voz a los que no se resignan a la decadencia: Lira Saade
Carlos Payán reconoció la deuda del periódico con pintores como Rufino Tamayo y Francisco Toledo
Carmen Lira Saade, Francisco Toledo y Carlos Payán Velver inauguraron en la sede del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca el taller de periodismo impartido por La JornadaFoto Jorge A. Pérez Alfonso
Jorge A. Pérez A., Rubicela Morelos y Alfredo Valadez
Corresponsales
Periódico La Jornada
Martes 21 de agosto de 2012, p. 13
Martes 21 de agosto de 2012, p. 13
Oaxaca, Oax., 20 de agosto. A 28 años de su fundación, La Jornada mantiene como convicción realizar un periodismo
del lado, en nombre y cuenta de los ciudadanos, de esa parte de nuestra sociedad no resignada a una decadencia de la moralidad pública y a una deformación de las instituciones.
Así lo definió Carmen Lira Saade, directora general de este diario, al inaugurar junto con el pintor Francisco Toledo, así como Carlos Payán Velver, director fundador de este periódico, el taller de periodismo de La Jornada, en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago).
Carmen Lira Saade recordó que el ejercicio del periodismo, en cualquier parte del mundo, es un ejercicio político, con matices y colores, con posiciones ideológicas, donde la objetividad
es simplemente impracticable en la tarea informativa y la neutralidad es casi siempre un trampa que favorece al poder y a los poderosos.
Contra la práctica de un periodismo supuestamente objetivo, neutral, apolítico y carente de ideología, subrayó que
todo proyecto informativo es esencialmente político.
Lira Saade expuso ante los participantes del taller la razón de ser deLa Jornada, de cómo debe y puede ejercerse este oficio, y que una de las aspiraciones de este medio es
contribuir en la construcción de un país independiente, justo, pacífico, equitativo y libre; en la construcción, en suma, del país que no tenemos.
Narró que hace 28 años, cuando se fundó La Jornada, ya era evidente el divorcio entre el poder y la sociedad, y la mayoría de los medios –impresos y electrónicos– estaban al servicio de la verdad oficial, en la que no cabía el conjunto del país.
Veíamos, ya desde entonces, el inicio de un viraje que apuntaba a la destrucción de la soberanía nacional, al desmantelamiento de los sectores público y social de la economía, a la anulación de los principios gregarios que han hecho posible la supervivencia de México.
Fue La Jornada el primer diario del país que en los momentos más difíciles de la historia reciente de México advirtió de los peligros del modelo económico neoliberal que los gobiernos y los poderes fácticos nos han impuesto.
Particularmente en 28 años de periodismo crítico, este diario, dijo Carmen Lira, ha exhibido esos excesos del poder, que han promovido “el individualismo exacerbado, la justificación del lucro a cualquier costo, la competitividad por encima de cualquier otra consideración, la rentabilidad como ética nacional.
Vislumbramos ya en 1984 –prosiguió Lira Saade– el inicio de un proyecto económico neoliberal
depredador que habría de lesionar gravemente el tejido social, y cuyos resultados están ahora a la vista.
En este escenario nació La Jornada, un medio informativo que se empeña en la defensa de la justicia, la soberanía, la democracia, la rendición de cuentas, pero sobre todo un medio informativo “que funciona como contrapeso al poder, a sus extravíos y a sus excesos.
No desconocemos, por supuesto, que nuestra manera de concebir el oficio periodístico parte de una concepción política definida, sin que ello nos lleve a asumir posturas partidistas ni a supeditar el diario a una facción determinada.
Las etiquetas que no
Sin embargo reconoció que dar voz a todas las partes en los hechos noticiosos ha llevado a que coloquen varias etiquetas a los jornaleros. Citó por ejemplo:
si dábamos voz a la oposición política nos describían como cardenistas; si cubríamos con veracidad la insurrección indígena de 1994, les parecíamos zapatistas; cuando buscábamos balancear la información manipulada sobre Irak, nos tachaban de voceros de Saddam Hussein.
Otras etiquetas más se han intentado imponer a nuestro diario, injustificadamente. La última, recordó Carmen Lira, la de ser
lopezobradoristas, pero
nosotros consideramos simplemente que hemos hecho nuestra tarea de contar en todas esas circunstancias (del país) todas las partes de la historia.
Porque durante estos 28 años La Jornada ha actuado
del lado, en nombre y cuenta de los ciudadanos, de esa parte de nuestra sociedad no resignada a una decadencia de la moralidad pública y a una deformación de las instituciones
Con esta forma de hacer periodismo durante 28 años, este medio ha logrado tener un impacto considerable en la opinión pública. Prestigio que
no pretendemos usar esos logros para enriquecernos, para obtener cargos públicos o para solazarnos con nuestra influencia, sino para seguir impulsando transformaciones que nos parecen indispensable, apuntó Lira Saade.
La búsqueda de la verdad
Tanto la directora general de este diario como el director fundador, Carlos Payán Velver, recordaron y agradecieron que este proyecto periodístico no hubiera sido posible sin la ayuda generosa y desinteresada de los pintores oaxaqueños Francisco Toledo y Rufino Tamayo, quienes donaron obra para financiar La Jornada.
Toledo –rememoró Payán– “nos dio mil ejemplares de un intaglio, mezclado con serigrafía, que es una impresión en seco, divididos en cuatro variantes de 250 piezas cada una. Igual que lo de Tamayo, que fue una litografía de 100 ejemplares”.
Con dicho acervo se financió el periódico en sus comienzos, narró Payán, al grado de que en sus primeras ediciones tomaban algunos de esos cuadros y “corríamos luego, pignorábamos en los bancos para que nos prestaran dinero. Esas obras las llevábamos a empeñar para pagar la nómina del periódico.
“Esa comunidad de pintores se portaron muy bien, pero ningunos como Toledo y Tamayo; les tenemos a los dos un gran agradecimiento –bueno, aparte de la admiración–, una gran devoción y memoria. No queremos que se olvide quiénes son esas gentes que aportaron para que este proyecto, La Jornada, sucediera”.
Por otra parte, al compartir entre los asistentes sus experiencias como fundador de dos periódicos, Carlos Payán Velver enfatizó:
el reportero es un investigador, y debe ser acucioso y profesional en su búsqueda de la mayor información posible sobre una acontecimiento, para acercarse a la verdad de los sucesos.
“A veces nosotros usamos –incluyendo la propaganda– que somos un periódico ‘que dice la verdad’. Pero para mí la verdad siempre es sospechosa. Ustedes cuando ven un fenómeno y lo describen: ‘hoy a las siete de la tarde en la ciudad de Morelia asesinaron a dos personas’ ¿Y el reportero estaba presente? ¿O estaba cerca? ¿O lo vio? Pero vio nada más una parte de la verdad
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