Cataluña, muestra de la miseria infantil que padece España
Hoy, elecciones en la comunidad autonómica
Pauperización del sector crece de 17.6 a 28%
Causa daños sicológicos y físicos: asociación
Decenas de familias en situación económica crítica acuden a un comedor comunitario, en el ayuntamiento de Berriozar, norte de EspañaFoto Ap
Afp
Periódico La Jornada
Domingo 25 de noviembre de 2012, p. 2
Domingo 25 de noviembre de 2012, p. 2
Barcelona, 24 de noviembre. Sebastián, de 10 años, y Gabriela, un año mayor, se sientan diariamente a la mesa en espera de merienda en un centro que atiende en Barcelona a decenas de niños empobrecidos por la crisis.
Desde hace un año, Sebastián viene aquí cada tarde al salir de su colegio del Vall d’Hebron, un barrio en la colina norte de Barcelona. Sus padres, un panadero desempleado y una asistente, que tienen tres hijos más, apenas logran llegar a fin de mes, al igual que les ocurre a un número creciente de familias en España.
Prefiero aquí porque te lo dan gratuito. En la escuela pública hay que pagar las excursiones y todo, y yo no puedo, dice el pequeño, de pelo corto y aspecto amable.
Lo mío es cocinar. He hecho huevos con una salsita que mis padres no conocían. Estaban muy orgullosos de mí, afirma, por su parte, la pequeña Gabriela. Para estas familias, la comida se ha convertido en una preocupación primordial.
No es el lugar, muy parecido a una escuela con sus muros grises en medio de grandes edificios, lo que atrae a Sebastián y a los otros niños, sino el trato y las actividades del centro, uno de los 200 dependientes de la Fedaia, una organización no gubernamental muy activa en la ayuda a la infancia en Cataluña.
Antes, la merienda era un objetivo más educativo, en materia de higiene y de socialización, pero ahora es un objetivo prioritario para las familias, explicó el director, Raúl Lerones, antes de añadir que “todos meriendan y los niños quieren repetir, y también preparamos lotes de comida para la familia.
Lo que ha sucedido con la crisis económica es que había familias que ya estaban en situaciones delicadas, pero podían afrontar sus pagos, y hoy están en situación precaria, dice Sonia Martínez, directora de Fedaia.
Sebastián, con sus dos hermanos y una hermana de tres años y medio, es uno de estos niños empobrecidos.
Mamá gana 800 euros al mes y pagan como 500 para el alquiler. Mis padres no tiene casi nada de dinero, relata.
En Cataluña, en el noreste de España, la crisis económica ha despertado el sentimiento independentista y precipitado las elecciones este domingo.
Este mismo centro del Vall d’Hebron es un ejemplo, como tantos otros de los recortes presupuestarios, ya que ha perdido este año 20 por ciento de las subvenciones regionales.
Frente a la pobreza creciente en este país, donde un cuarto de la población activa está en paro, la Fedaia, al igual que otras organizaciones, ha dado la alarma.
El incremento de la pobreza en general está siendo una de las consecuencias más visibles de la crisis y su repercusión sobre los niños está siendo especialmente preocupante, escribió el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en un informe en el que calcula que en España hay unos 2.2 millones de niños pobres.
España se sitúa entre los peores países de la Unión Europea en términos de pobreza infantil, justo por detrás de Rumania y Bulgaria, según la oficina de estadísticas Eurostat.
El drama es más agudo en Cataluña, región que invierte menos que el resto del país en la ayuda a la infancia: el número de niños que viven bajo el umbral de la pobreza pasó de 17.6 por ciento en 2008 a 28 por ciento en 2011 y de 24.1 a 26.5 por ciento para el conjunto de España.
Los niños pagan muy caro las consecuencias sicológicas de la pobreza, que genera estrés y tensiones familiares, destaca Sonia Martínez, pero subraya que lo peor es que algunos padecen problemas neurológicos al no tener una comida equilibrada.
Las neuronas no se desarrollan normalmente y sufren daños, lamentó
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