Malformaciones congénitas por carencia de ácido fólico aún son un problema de salud pública
Ángeles Cruz Martínez
Periódico La Jornada
Sábado 8 de diciembre de 2012, p. 39
Sábado 8 de diciembre de 2012, p. 39
Entre las malformaciones congénitas más frecuentes están las que se asocian con la deficiencia de ácido fólico. Sigue siendo un problema de salud pública, pese a las estrategias que a partir de 2001 se aplican para fortificar alimentos y proporcionar a las mujeres en edad reproductiva la suplementación de la vitamina, advirtió Osvaldo Mutchinick, jefe del Departamento de Genética del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición (INCMN) Salvador Zubirán.
Señaló que las acciones de salud han sido correctas pero incompletas por falta de información, entre otra, que las pastillas de la también conocida como vitamina B deben ser tomadas por las mujeres cuando menos de seis a ocho semanas antes de embarazarse y durante las primeras ocho semanas o más de gestación.
Una dieta adecuada debe incluir 400 microgramos diarios de ácido fólico para los adultos y para la mujer que se va a embarazar, la dosis debe ser del doble si se trata de su primer hijo y carece de factores de riesgo, pero si ya ha tenido un bebé con la enfermedad, la dosis deberá ser mayor, indicó.
Esto es importante porque el periodo
críticopara la formación del tubo neural ocurre entre la tercera y la cuarta semana del embarazo, cuando la mujer ni siquiera se ha enterado de su estado. El especialista comentó que por desconocimiento sobre la forma de administrar la vitamina hay médicos que prescriben suplementos cuando ya es tarde.
Otro factor que influye en el desarrollo de las malformaciones congénitas del tubo neural es la predisposición genética en la población mexicana, por la presencia de la variante C677-T en el gen MTHFR, identificado por Mutchinick y su grupo de investigación en los años 90. Más o menos la mitad de las personas son portadoras de esta variación, con la cual ante carencia de ácido fólico y otros factores ambientales se incrementa el riesgo de que el producto de la gestación presente la malformación, explicó el especialista.
En entrevista, comentó que hasta mediados de los años 80 la frecuencia de los defectos del tubo neural era de uno por cada 250 embarazos. En el quinquenio de 1985 a 1990 empezó a disminuir, y cuando surgió la estrategia de fortificación de alimentación y suplementación vitamínica, las cifras bajaron todavía más. Actualmente se reporta un caso en cada 500 embarazos, y sigue siendo una cifra elevada, apuntó.
Este tipo de malformaciones se manifiesta como anencefalia (el bebé no tiene masa encefálica), espina bífida y encefalocele (protuberancia en la cabeza). Se presentan porque el tubo neural no se cierra durante la gestación y son causa de muerte y/o discapacidad severa.
El especialista resaltó la importancia de mejorar la calidad de la información que se difunde a la sociedad a fin de disminuir al máximo el riesgo de este problema de salud. Un estudio realizado por el Departamento de Genética del INCMN encontró que 80 por ciento de las mujeres que habían tenido un hijo con defecto del tubo neural sabían de la existencia del ácido fólico y la mayoría aseguró haber consumido la vitamina. Pero cuando se les preguntó en qué momento lo habían hecho, sólo 10 por ciento contestó que antes y durante el embarazo. El resto lo habían hecho ya estando embarazadas.
Para Mutchinick, otra parte del problema tiene que ver con que no hay planeación de los embarazos y por eso tampoco se toman las previsiones para evitar esta y otras malformaciones congénitas. Refirió estimaciones que señalan que apenas 10 por ciento de los embarazos son planeados por las parejas.
Planear significa acudir al médico antes de embarazarse, a fin de que con base en la historia clínica, la mujer reciba las recomendaciones necesarias para cuidar y mejorar sus condiciones de salud. Entre otras medidas y en condiciones ideales, los galenos deberían prescribir la ingesta de ácido fólico, indagar sobre las vacunas que se ha puesto la mujer, entre otras, la de rubeola, así como antecedentes familiares de enfermedades y defectos del nacimiento, indicó
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