Indígenas ecuatorianos dicen que votaron por Correa porque cumple su palabra
Cangahua, Ecuador.- "Voté por Rafael Correa porque cumple. Los demás sólo ofrecen cosas pero luego se olvidan", resume Mariano Chicaiza a la salida de un puesto de votación en Cangahua, un poblado indígena donde se percibe un apoyo marcado al presidente que busca la reelección.
Chicaiza, de 68 años, afirma indignado que "los anteriores (mandatarios) no cumplieron", a diferencia de Correa , quien según él y otros pobladores de esta localidad de la sierra andina central (a 45 km al norte de Quito) "sí se ha preocupado" por ellos durante estos seis años de gobierno.
Este agricultor, delgado y de manos curtidas, acudió a la escuela José Ayala Vallejo pese a no estar obligado a sufragar, pues en Ecuador el voto es facultativo para los mayores de 65 años y los jóvenes entre 16 y 18 años.
Vestida con una amplia falda bordada, poncho multicolor y sombrero, María Cholango, de 24 años, elogió en particular el compromiso del gobernante socialista con los "pobres y discapacitados".
El gobierno de Correa desarrolla un plan de atención a personas con limitaciones físicas e intelectuales, que incluye tratamientos y el pago de un sueldo básico mensual de 318 dólares a las personas que los cuidan.
"Los políticos saben prometer, pero no cumplir. Mejor votar por Correa para que pueda terminar lo que empezó", afirmó José Manuel Pilataxi, de 68 años, quien aprovechó el retraso en la apertura del recinto electoral para desayunar tortillas de papa con café.
Pilataxi tampoco estaba obligado a votar, pero madrugó para hacerlo, por "la ilusión de cumplir como ciudadano".
A pesar de la simpatía que despierta en esta población situada a 3.156 metros de altitud y rodeada por numerosos ríos, Correa también genera resistencias allí.
"No le di mi voto a Correa porque no me gusta que sea peleón", afirmó Segundo Alcasiga, refiriéndose al carácter temperamental del presidente, favorito para conseguir un período adicional de cuatro años, y quien suele confrontar públicamente a sus adversarios, entre ellos algunos políticos indígenas.
En una ocasión en su programa sabatino de televisión, el gobernante retó a pelear a un congresista opositor y en 2011 se bajó de una camioneta, durante un recorrido electoral, para perseguir a un hombre que le hizo un gesto obsceno.
Alcasiga fue uno de los primeros en llegar al colegio electoral, desafiando el frío de la mañana y una leve llovizna, "para poder ir rápido a jugar fútbol", según contó a la AFP.
Aunque con evasivas, otros lugareños reconocieron haber votado por el derrocado exmandatario Lucio Gutiérrez (2003-2005), quien llegó al poder con el apoyo del movimiento indígena y cayó bajo una revuelta popular impulsada por la clase media de Quito.
Los pobladores de Cangahua se hicieron presentes paulatinamente en la escuela, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) montó un improvisado puesto de votación, que abrió media hora después de lo previsto por desorganización, pues los funcionarios encargados llegaron tarde.
"¡No sé qué pasa que no agilizan el proceso, apúrense!", reclamó Genoveva Farinango, de 21 años, quien acudió a votar acompañada de su hijo de ocho meses.
El tímido sol que fue apareciendo hizo brillar su collar de cuentas doradas, accesorio típico de las indígenas, y también permitió que liberara de su manta de lana al niño, a quien llevaba en la espalda cubierto para protegerlo del frío.
Muchos de los electores, cuya lengua nativa es el quichua, debieron pedir ayuda para ubicar la mesa de votación pues los carteles que las identificaban estaban en español. Pese a que el protocolo indica que debe haber un punto de información en todos los recintos, en Cangahua no hubo ningún delegado del CNE encargado de esta tarea.
A media mañana el horizonte en Cangahua quedó bajo el dominio de un arcoíris, escenario común para los nativos, que lamentan que ningún candidato visite el poblado durante la campaña, aunque con un dejo de humildad lo atribuyen a la lejanía.
"Estamos muy arriba, muy lejos, hay que ir a verles a Cayambe o a Quito", bromea un hombre, provocando risas entre sus compañeros de fila
Chicaiza, de 68 años, afirma indignado que "los anteriores (mandatarios) no cumplieron", a diferencia de Correa , quien según él y otros pobladores de esta localidad de la sierra andina central (a 45 km al norte de Quito) "sí se ha preocupado" por ellos durante estos seis años de gobierno.
Este agricultor, delgado y de manos curtidas, acudió a la escuela José Ayala Vallejo pese a no estar obligado a sufragar, pues en Ecuador el voto es facultativo para los mayores de 65 años y los jóvenes entre 16 y 18 años.
Vestida con una amplia falda bordada, poncho multicolor y sombrero, María Cholango, de 24 años, elogió en particular el compromiso del gobernante socialista con los "pobres y discapacitados".
El gobierno de Correa desarrolla un plan de atención a personas con limitaciones físicas e intelectuales, que incluye tratamientos y el pago de un sueldo básico mensual de 318 dólares a las personas que los cuidan.
"Los políticos saben prometer, pero no cumplir. Mejor votar por Correa para que pueda terminar lo que empezó", afirmó José Manuel Pilataxi, de 68 años, quien aprovechó el retraso en la apertura del recinto electoral para desayunar tortillas de papa con café.
Pilataxi tampoco estaba obligado a votar, pero madrugó para hacerlo, por "la ilusión de cumplir como ciudadano".
A pesar de la simpatía que despierta en esta población situada a 3.156 metros de altitud y rodeada por numerosos ríos, Correa también genera resistencias allí.
"No le di mi voto a Correa porque no me gusta que sea peleón", afirmó Segundo Alcasiga, refiriéndose al carácter temperamental del presidente, favorito para conseguir un período adicional de cuatro años, y quien suele confrontar públicamente a sus adversarios, entre ellos algunos políticos indígenas.
En una ocasión en su programa sabatino de televisión, el gobernante retó a pelear a un congresista opositor y en 2011 se bajó de una camioneta, durante un recorrido electoral, para perseguir a un hombre que le hizo un gesto obsceno.
Alcasiga fue uno de los primeros en llegar al colegio electoral, desafiando el frío de la mañana y una leve llovizna, "para poder ir rápido a jugar fútbol", según contó a la AFP.
Aunque con evasivas, otros lugareños reconocieron haber votado por el derrocado exmandatario Lucio Gutiérrez (2003-2005), quien llegó al poder con el apoyo del movimiento indígena y cayó bajo una revuelta popular impulsada por la clase media de Quito.
Los pobladores de Cangahua se hicieron presentes paulatinamente en la escuela, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) montó un improvisado puesto de votación, que abrió media hora después de lo previsto por desorganización, pues los funcionarios encargados llegaron tarde.
"¡No sé qué pasa que no agilizan el proceso, apúrense!", reclamó Genoveva Farinango, de 21 años, quien acudió a votar acompañada de su hijo de ocho meses.
El tímido sol que fue apareciendo hizo brillar su collar de cuentas doradas, accesorio típico de las indígenas, y también permitió que liberara de su manta de lana al niño, a quien llevaba en la espalda cubierto para protegerlo del frío.
Muchos de los electores, cuya lengua nativa es el quichua, debieron pedir ayuda para ubicar la mesa de votación pues los carteles que las identificaban estaban en español. Pese a que el protocolo indica que debe haber un punto de información en todos los recintos, en Cangahua no hubo ningún delegado del CNE encargado de esta tarea.
A media mañana el horizonte en Cangahua quedó bajo el dominio de un arcoíris, escenario común para los nativos, que lamentan que ningún candidato visite el poblado durante la campaña, aunque con un dejo de humildad lo atribuyen a la lejanía.
"Estamos muy arriba, muy lejos, hay que ir a verles a Cayambe o a Quito", bromea un hombre, provocando risas entre sus compañeros de fila
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