México necesita una revolución educativa, no la reforma de Peña: Luis Eugenio Todd
Sanjuana Martínez
Periódico La Jornada
Domingo 17 de marzo de 2013, p. 16
Domingo 17 de marzo de 2013, p. 16
Después de trabajar 40 años en el área de la enseñanza, Luis Eugenio Todd sigue esperando la revolución educativa que se requiere:
La reforma propuesta por Enrique Peña Nieto no es más que una abstracción de buena fe, México requiere una revolución educativa, porque sigue funcionando como si estuviera en el siglo XX.
Médico, catedrático, rector, escritor, investigador, embajador, Todd ha estado vinculado a la educación durante toda su carrera profesional, primero como secretario de Educación y Cultura de Nuevo León, luego como director general de los Servicios Coordinados de Educación Pública; subsecretario de Educación Superior e Investigación Científica; representante permanente de México ante la Unesco, en París, y ahora como director general del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos de Nuevo León.
Ante la reforma educativa impulsada por Peña y la reciente declaración de la directora general de la Unesco, Irina Bokova, quien la calificó de
importante e histórica, Todd advierte, en entrevista, que la reforma no debe ser involucrada con la política del poder, que es efímera, sino con la formación integral para
hacer despertar el alma de un pueblo.
Añade:
La reforma educativa anunciada no es más que una abstracción de buena fe; requiere concretarse con proyectos y objetivos que se basen en una definición muy simple: la educación no es retórica ni abstracción histórica. Mientras la educación siga dependiendo del poder, como sucedió con Elba Esther Gordillo-gobierno o con Carlos Jonguitud previamente, la educación estará perdiendo oportunidades y vamos a seguir en el último lugar de la estadística de la OCDE.
Todd insiste en que no se puede luchar con
armaduras y espadasen las escuelas:
El poder del saber es mucho más importante, que el poder político.
Lamentablemente, dice,
México ha perdido el rumbo debido al corporativismo, una necesidad en su época porque se hizo como parte de la estructura del PRI. Pero luego el maestro que tenía derecho a mejores salarios y prestaciones, empezó a cobrar y lo involucraron en el proceso del poder con fuerza política y se olvidó de su enorme responsabilidad histórica y ética, que es la fuerza del conocimiento.
Para el experto regiomontano, el aspecto cuantitativo en educación está resuelto, pues desde Jaime Torres Bodet y la posrevolución se construyeron escuelas:
Pero no nos hemos preocupado por la calidad educativa. Sin calidad no hay equidad social, porque la ignorancia y la pobreza son hermanas gemelas que se autoalimentan permanentemente.
Por eso
el término reforma educativa no me gusta, porque reformismo es cambiar algo y lo que necesitamos es una revolución educativa que sacuda todo con objetivos ideas transformadoras radicales, que terminen con la inercia en picada.
Después de Torres Bodet han pasado por la Secretaría de Educación Víctor Bravo Ahuja, Porfirio Muñoz Ledo, Jesús Reyes Heroles, Fernando Solana, Manuel Bartlett, Ernesto Zedillo:
¿Qué pasó? ¿Por qué la calidad de la educación va en caída libre? Porque esos grandes mexicanos fueron abrumados por el quehacer del poder y soslayaron el quehacer del saber.
Comenta que la última reforma realmente valiosa en educación fue la de Bravo Ahuja con la educación tecnológica, inspirada en Lázaro Cárdenas con el Politécnico:
Pero la reforma tecnológica metió a México en el siglo XX porque estaba trabajando con ideas de Justo Sierra, del siglo XIX.
Reprobación precoz
Entre los temas urgentes está el cambio del concepto de universidad: “La universidad ahorita es polifacética, diversificada; necesitan una carrera de otra ciencia para entrar a una determinada; hay multifuncionalidad, porque el mundo actual está moviéndose a gran velocidad, mientras en México tenemos monoteísmo profesional, rigidez, cuando el mercado laboral está variando de necesidades en el siglo XXI y los jóvenes egresados no tienen trabajo.
La mitad de los estudiantes de México no trabajan en lo que estudiaron. Y como nada más dos llegan a tener título de los 100 que entraron a primaria, hay gran ineficiencia. Es el mejor ejemplo de que seguimos educando en el siglo XX, cuando estamos en el XXI.
Luis Eugenio ToddFoto Sanjuana Martínez
–¿Qué se requiere para una verdadera revolución educativa?
–Olvidarnos de la política del poder. Necesitamos presentar objetivos con metodología científica a la formación, conservando el marco ético del comportamiento. Los programas nuevos tienen que soslayar muchos anteriores y entrar en una nueva historia.
Acerca de las evaluaciones a los alumnos, dice que no podrán funcionar con dependencias como el instituto de evaluación con Vicente Fox:
El resultado es: escuelas pobres, estudiantes fregados; escuelas ricas, estudiantes que tienen potencial. La evaluación masificó el proceso y les mostró que sólo uno de cada 100 muchachos que terminan la secundaria tienen alta aptitud en matemáticas, contra 33 en los países nórdicos y Japón; contra 60 en Singapur... El que no sabe contar, no sabe pensar. Nos muestra la tragedia de lo que se llama la masificación estadística de un proceso.
Añade:
No quiere decir que no haya buenos estudiantes; hay muy buenos, pero evaluamos con un absurdo. Evaluamos queriendo que todos los muchachos aprendan lo que el sistema les diga, en lugar de decir: no hay malos estudiantes, hay malos sistemas. Un buen sistema debe encontrar a cada quien para qué es útil.
En relación con la prueba Enlace opina que
no sólo no tuvo efectividad, sino que se corrompió, porque los directores ahora preparan a los alumnos para la prueba, no para el conocimiento. México no es un país homogéneo, como Suiza, donde el ingreso per cápita es igual con muy poca dispersión. México es un país con la mitad de su población pobre y con pobreza extrema el 27 por ciento; por tanto, no se puede comparar un muchacho de Guerrero que no comió bien y que su inducción enzimática de las neurohormonas ya no tiene remedio después de los cinco años y que no tiene capacidad congnitiva, con un muchacho de Monterrey, Baja California o la ciudad de México. Quieren que el muchacho de Guerrero sepa lo mismo que el muchacho de Monterrey y lo excluyen cuando la obligación del sistema es evaluarlo por sus aptitudes, porque ese muchacho de Guerrero tiene aptitudes manuales, la sensibilidad no se atrofia con la desnutrición, se atrofia el conocimiento. La mitad del cerebro es sensibilidad, el 35 por ciento es cognitivo y el 15 automático.
El mayor absurdo para Todd es lo que llama la
reprobación precoz: el aprendizaje es un fenómeno individual, diferente en cronología, no todos los niños aprenden. México no es un solo México, son muchos. El sistema excluye y los manda a la marginación. Y el sistema se queda con el conocimiento y con el dinero. Nomás los ricos aprenden, nomás los ricos siguen siendo ricos y los pobres, pobres.
Normales anticuadas
Autor de 25 libros, como Anatomía de la educación, La educación que México necesita y El mexicano del siglo XXI, un nuevo proyecto de educación, Todd urge a modernizar educativamente las normales:
Algunas son zonas de desastre. Enseñan pedagogía, didáctica, instrumentación, pero no tienen matemáticas ni física o biología, ni hacen investigación educativa, ni tienen bibliotecas. A los pobres maestros los mandamos sin armas. Obviamente reprobarían 60 por ciento si les hacen un examen adecuado. Tenemos que fortalecer al magisterio, pero no con escalafones sindicales, sino con escalafones del conocimiento.
Advierte: No se puede satanizar al maestro, sigue siendo el núcleo del proceso. A los maestros no se les puede evaluar para correrlos. Eso está mal. Tienen que formarlos con educación continua, con oportunidades, luego vendrá la evaluación. Ahora es momento de dignificarlos académicamente. Hay que individualizar el proceso, dignificar al magisterio y vamos a descentralizar gradualmente la educación. Cuando salga del subdesarrollo educativo, saldrá de la dependencia de la soberanía nacional. La educación es un factor de Estado, fundamental”.
Señala que el gran reto de Peña Nieto será hacer la revolución educativa:
La diferencia entre un hombre de Estado y un político de circunstancia es que el hombre de Estado piensa en el futuro y el político solamente piensa en las próximas elecciones
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