Se confirma que hay discriminación en la justicia para los indígenas: Patishtán
El profesor Alberto Patishtán y su hijo Héctor, durante una revisión médica en septiembre de 2012Foto Moysés Zúñiga
Hermann Bellinghausen
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 11 de marzo de 2013, p. 8
Lunes 11 de marzo de 2013, p. 8
San Cristóbal de las Casas, Chis., 10 de marzo.
Se ve claramente que están ciegos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), más ciegos que yo, que ya estoy mejor de mi vista, ironiza esta tarde Alberto Patishtán desde el penal estatal número 5, ubicado en Los Llanos.
Se confirma que hay una discriminación en la justicia de este país para nosotros los indígenas.
Respecto a la reciente declaración a la prensa del gobernador Manuel Velasco Coello, diciendo que el profesor tzotzil debía salir libre, éste comenta:
Que no quede en palabras. Que muestre voluntad y haga algo. Pero si quiere ser parte de la injusticia, que no haga declaraciones demagógicas.
Lo mismo de fácil opinaba Juan Sabines Guerrero, sin hechos de nada; puras palabras, añade Patishtán rodeado por sus compañeros de la Voz del Amate y Solidarios de la Voz del Amate durante la visita dominical del centro penitenciario, la cual lo vuelve por unas horas un lugar animado y casi festivo, una suerte de pueblo, mayoritariamente indígena, con niños y esposas y venta de artesanías y abarrotes. Cada uno con una historia de años de soledad, de lejanía, de tormento e injusticia.
No es cosa buena lo que hace la Corte. Estamos indignados. Cómo es posible lo que está pasando, que no tengan ningún interés en reparar los errores de la justicia, añade Patishtán.
Respecto de su salud, dice ver
bastante mejordesde que le extrajeron un tumor de la cabeza que lo estaba dejando ciego.
Un ojo no muy bien sirve, pero el otro sí, y ya puedo leer.
Lleva preso más de 12 años. Le faltan 48 para cumplir su condena de 60, acusado de emboscar y matar a seis policías estatales y uno municipal, en 2000, en la carretera entre Simojovel y El Bosque. La inconsistencia del único testimonio en su contra y la abundancia de testimonios que abonan su inocencia de nada han servido para que los tribunales admitan siquiera la posibilidad de considerar la posible revisión del caso y la sentencia.
No nos vamos a callar ni a cruzar de brazos; al contrario, vamos a demandar nuestras libertades con más fuerza, concluye Alberto Patishtán delante de sus compañeros adherentes a la Sexta declaración de la selva Lacandonadentro de este penal
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