Discriminación, el precio de la diversidad
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Domingo 30 de junio de 2013, p. 3
Domingo 30 de junio de 2013, p. 3
A cualquier edad y en cualquier parte del país, miles de personas siguen siendo víctimas de discriminación por homofobia. El acceso al trabajo, la educación, los espacios públicos e incluso al ámbito familiar todavía está condicionado e incluso prohibido para quienes no se asumen como heterosexuales.
Los siguientes son tres testimonios de cómo es vivir contra los prejuicios y el miedo de la mayor parte de la sociedad.
Acoso sutil pero terrible
Pese a tener 25 años de experiencia como contador público al más alto nivel de exigencia, Erick Fuentes ha perdido más de un trabajo por el solo hecho de ser gay.
He tenido responsabilidades importantes en compañías triple A, pero en los pasados cuatro o cinco años he vivido discriminación por homofobia. Te empiezan a acosar de forma sutil pero terrible cuando se dan cuenta de tu condición, afirmó el director de vinculación del colectivo Agenda LGBT.
“En un contact center me tocó una situación muy fuerte, porque me empezaron a cuestionar sobre mi salida del clóset y a hacerme preguntas morbosas de carácter muy gráfico, fingiendo interés en el tema, pero sólo para crear un clima de animadversión, hasta que se repartieron mi chamba y tronaron mi puesto”, lamentó.
A pesar de todo, Erick considera que sus experiencias
han sido relativamente tranquilas. Sé de gente con una apariencia más obvia, como decimos en la comunidad, que ha sufrido ataques más fuertes. La homofobia ha avanzado porque el gobierno no actúa, pero debemos seguir luchando por nuestros derechos y abrirle el camino a los demás.
El miedo a que
eso se contagie
Para algunos, la discriminación llega antes de que tengan edad suficiente para notarlo. Es el caso de Carlos, nombre ficticio de un niño transexual, quien desde los tres años de edad ha puesto a prueba la tolerancia del sistema escolar del país y sobre todo de los padres de sus compañeros.
Yo conozco al niño desde el kínder porque va con mi hijo a la misma escuela. Sus papás son una pareja hermosa, pero hay mucha ignorancia entre la gente y piensan que si su hijo es transexual es porque ellos abusaron de él o le hicieron algo malo, dice en entrevista Fernanda Alban.
Marcha multicolor sobre Paseo de la ReformaFoto Prometeo Lucero
Aunque los padres de Carlos le dieron todo el apoyo a su hijo, no pudo decirse lo mismo de los de sus compañeros. “Son personas que tienen licenciatura o hasta maestría, pero muchos de ellos no quieren que sus hijos se junten con él, porque dicen que ‘eso’ se pueden ‘contagiar’ o les da asco”, lamentó.
Como ocurrió recientemente en Estados Unidos, uno de los puntos conflictivos para el niño fue que no quería entrar al baño de hombres, sino al de mujeres, lo cual hizo que algunos padres pusieran de nuevo
el grito en el cielo, dijo Alban.
“En México sigue habiendo mucha ignorancia sobre las personas que no son ‘normales’. La discriminación empieza desde la familia y son los adultos quienes contaminamos a los niños con nuestros prejuicios”, lamentó.
Avanzar un paso, retroceder tres
Si los actos de homofobia siguen existiendo en el Distrito Federal, la entidad del país donde se han logrado más avances para los grupos de diversidad sexual, la situación es todavía mucho peor para quienes viven en diversos estados de la República.
Algo de eso sabe Michelle, una mujer transgénero que vive en la ciudad de Colima. A sus 23 años, trabaja en un negocio de repostería y en otro de jardines verticales, porque su carrera de arquitectura no la ha podido ejercer debido a que su imagen femenina y su nombre legal masculino no coinciden.
Desde que tengo uso de razón, supe que algo no coincidía entre mi sexo y mis actitudes. Después me di cuenta de que era una mujer transgénero. Mi familia es muy conservadora y religiosa y yo rompí con todo eso. Me dijeron que era una aberración y una vergüenza y ha sido muy traumático, recordó.
Luego de que una policía le impidiera con violencia entrar a un concierto por su apariencia de mujer, Michelle se dio cuenta de que
en México hemos avanzado un paso y retrocedemos tres. En el DF se reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero en Colima y el interior del país son cosas lejanas e insólitas
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