El cultivo de arroz en México está en riesgo de extinción: IACN
El siguiente paso será importarlo envasado y con marca para entregarlo directo a las tiendas
Después de todo el trabajo, la cosecha no vale y llega el cereal de Vietnam, Pakistán o India
Rosa Rojas
Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 19 de agosto de 2013, p. 33
Lunes 19 de agosto de 2013, p. 33
Santiago Ixcuintla, Nay.,
Otro eslabón de la cadena productiva del arroz es golpeado: las importaciones del grano con cáscara, provenientes de Estados Unidos, que al menos creaban empleos en los molinos que lo benefician, envasan y distribuyen, están siendo sustituidas por las de arroz limpio, listo para envasarse.
El siguiente paso será importar el cereal envasado y con marca para entregarlo directo a las tiendas, la quiebra de los molinos que quedan y, por tanto, la extinción total del cultivo de arroz en México, advirtieron en entrevista el presidente y el gerente de la Integradora de Arroceros de la Costa del Nayar (IACN), Miguel Azcona Salamanca y Miguel Obed Lear Hernández, respectivamente.
Aquí ya no les pega tanto la importación de arroz con cáscara de Estados Unidos, explicó Lear Hernández, sino que con la entrada del cereal de Vietnam –“de dudosa calidad y a precios de dumping (por abajo del costo de producción), cualquier empresa que tenga una envasadora puede meter arroz al país de donde se le antoje. Al final, lo que nos pega es que los molinos están desapareciendo”.
La IACN, que agrupa a 80 de unos 200 arroceros de la costa de Nayarit organizados en siete sociedades rurales de producción, a los cuales consigue créditos y otorga asesoría técnica, ha logrado construir una infraestructura para recibir el cereal con cáscara, secarlo y almacenar unas 16 mil toneladas en su bodega y enormes silos.
La organización no tiene molino, que cuesta unos 15 millones de pesos, porque aunque el año pasado consiguió un apoyo de 4 millones de pesos del gobierno federal para comprarlo, el gobierno de Nayarit –que contribuiría con 6 millones y la IACN con el resto– alegó no tener dinero para poner su parte, y ya no se compró, explicó Azcona.
Lear Hernández subrayó que después de eliminar los aranceles a la entrada de arroz pulido por la crisis alimentaria que hubo en el pasado, nunca se volvieron a colocar, de tal manera que ahora “somos el único país de América que compra arroz a Vietnam, de mala calidad y viejo, con esto lo que hacen las autoridades es cerrar fuentes de empleo en el país y enriquecer a unos cuantos importadores.
El problema es que no tenemos certeza de quién está detrás de esas empresas que importan o comercializan, porque de cierta manera es fácil para quien está en ciertos niveles crear una empresa en un mes que tenga permiso para importar y que introduzca arroz barato al país, señaló.
Son empresas de reciente creación, o al menos figuras jurídicas de reciente creación, que poco a poco han ido apoderándose del mercado. No son personas con trayectoria o con las que podamos tener una interlocución, sentarnos y decir: ‘bueno, están importando X volumen, cuánto nos van a comprar a nosotros”. Y así el arroz nacional de buena calidad termina vendiéndose a 13, 14 o 15 pesos; el otro arroz cuesta ocho o nueve pesos, entonces el bolsillo de nuestros compatriotas no alcanza más que para comprar el barato, aunque sea de mala calidad.
Tardan de 90 a 120 días en pagar. No podemos esperar tanto
La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación y el gobierno federal tienen que entender que hay zonas del país, como los municipios nayaritas de Santiago Ixcuintla, Ruiz o Rosamorada, donde por la lluvia en el ciclo primavera-verano no hay más alternativa que sembrar arroz en 5 mil hectáreas. En otoño-invierno la gente siembra frijol, tabaco, hortalizas o trabaja con Monsanto, que renta tierras a 10 mil o 13 mil pesos hectárea por ciclo para producir semillas genéticamente modificadas, pero en primavera-verano si quiere trabajar en el campo tiene que hacerlo en el arroz o no hay.
Envasadora del molino de arroz Buenavista, de Cuautla, MorelosFoto Rosa Rojas
En otoño-invierno sembraron 2 mil hectáreas, porque por las condiciones de precio no es rentable el cultivo, pero el próximo ciclo puede aumentar, porque cayó el precio del maíz, que en 2012 era de 4 mil 500 pesos por tonelada en campo –los buenos productores obtienen de 10 a 12 toneladas por hectárea–, y este año está a 3 mil 500 o 3 mil 400. A ese precio no es redituable, porque se invierten de 20 a 25 mil pesos por hectárea, señaló.
La inversión en el arroz es aquí de 18 mil a 19 mil pesos por hectárea, con un rendimiento primavera-verano de cinco a 5.5 toneladas y en otoño-invierno de siete, aunque hay productores con una media de 10 a 11 toneladas.
Señaló que en muchas ocasiones antes de sembrar se estipulan ciertas condiciones de compra con los industriales, pero al final la entrada de productos del extranjero a muy bajo costo, en plena cosecha, ocasiona que las propias industrias no se puedan sostener en lo dicho o mantener el precio pactado, y tardan 90 o 120 días en pagar.
Acá se siembran dos ciclos por año, no podemos esperar tanto tiempo.
Respecto del crédito, destacó que la IACN, que cuenta con un centro de acopio, descuenta créditos con Fira, con el banco del Bajío o el banco Ve por Más. Con ellos tienen la posibilidad de no pagar el crédito en el momento de la cosecha, sino hasta la comercialización, así como disponer de un segundo crédito cuando se requiere dinero fresco para volver a sembrar.
Integradora de Arroceros tienen una alianza comercial estratégica con una de las empresas más fuertes del país: Corporación Alimentaria del Campo, con la que comercializa arroz, y que también colabora con financiamiento o comprándoles el cereal de manera oportuna, y que es filial de Industrializadora de Productos Agrícolas de la cuenca del Papaloapan (Ipacpa); ellos envasan arroz para las tiendas con la marca propia de éstas, usan la marca SOS, La Merced y Verde Valle, entre otras.
Lear apuntó que las autoridades dicen que no todo lo resuelve el precio, es cierto, pero cuando uno hace lo que está de su parte, produce bien, conjunta esfuerzos y después de que hacemos todo ese trabajo las cosechas no valen, llega arroz de Vietnam, de Pakistán o de India ¿qué hacemos?”.
“Los productores de arroz de Nayarit no nos consideramos reactivos ni grillos, sino personas que hacen su trabajo, pero no nos están dejando otra opción que hacer manifestaciones para ser escuchados. El campo está desprotegido, si sigue así puede que se venga otra revolución”, concluyó Azcona
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