Expulsión de una niña por tener padres homosexuales reabre debate en Monterrey
Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 6 de octubre de 2013, p. 19
Domingo 6 de octubre de 2013, p. 19
Patricia Dávila, directora del colegio The Hills Institute, fue contundente al exponer la razón de la expulsión:
Para Dios, tu preferencia sexual es igual de mala que robar o matar. Sin comprender lo que sucedía, Carlos, padre de la pequeña Alejandra, de dos años, quiso saber más detalles sobre los motivos de la medida drástica:
la niña debe tener un papá y una mamá; no dos papás, le dijo a bocajarro.
Un mes antes, Carlos y su esposo José habían elegido esa escuela laica ubicada en el sector Cumbres de Monterrey, porque en su carta de principios se mostraban en favor del respeto a la diversidad. Nunca imaginaron que se trataba sólo de un falso progresismo publicitario.
Al principio nos condicionaron la estancia, me dijo que teníamos que sacrificar la permanencia de los dos en la vida de la niña, por lo menos en la escuela; que sólo uno podía ir a dejarla al colegio y que el otro tenía que esconderse y nunca participar en ningún evento; nos prohibían ir el 10 de mayo. Y que nos disculpáramos con los dueños por todos los inconvenientes que estábamos causando, que ellos eran abiertamente homofóbicos, que creían que la sociedad de Monterrey no estaba preparada para lidiar con esto, cuenta Carlos en entrevista con La Jornada.
La condición para que la niña continuara en el colegio era que firmara una carta donde accedía a no presentarse en público como una familia homoparental. La carta dice:
Se compromete a abstenerse de hacer cualquier comentario fuera de lugar a ningún otro padre de familia de su situación particular... Y en ningún momento se presentará su pareja a esta institución.
El colegio exigía que Carlos, padre biológico de Alejandra, simulara ser un papá soltero y dejará fuera a su marido de la vida escolar de su hija, algo que definitivamente no podía aceptar.
La pareja presentó entonces su caso ante las autoridades estatales, federales y al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), pero a las tres semanas fueron llamados nuevamente por la directora de la escuela para asistir a una junta:
Al llegar cierran las puertas de manera remota y no nos permiten la entrada; aproximadamente en 10 minutos sale la persona encargada de admisiones, escoltada por el guardia, para decirnos que a partir de ese momento la niña ya no podía entrar a las instalaciones y que había sido expulsada por razones administrativas.
Después, el colegio laico The Hills Institute, cuyas maestras en su mayoría son cristianas bautistas, borró de su web lo referente al
respeto a la diversidad y a la inclusióny se negó a devolverles 13 mil pesos de la mensualidad de la colegiatura.
Luchar por la inclusión
De acuerdo con la reciente encuesta nacional del Conapred sobre discriminación, la zona metropolitana de Monterrey está entre las más intolerantes.
Carlos y José nacieron en Nuevo Laredo, pero se conocieron y enamoraron en Miami, donde estudiaron sus carreras y maestrías en comunicación y mercadotecnia. Ambos fueron trasladados por sus respectivas empresas a Nuevo León para ocupar importantes puestos en distintas multinacionales. El año pasado se casaron en el Distrito Federal y decidieron tener hijos:
Yo siempre supe que quería formar una familia con mi ahora esposo, dice Carlos visiblemente emocionado.
Desde que lo conocí lo supe y lo logramos. Recurrimos a los métodos apropiados para concebir por medio de una mamá sustituta. La niña es lo mejor que tenemos, es nuestro orgullo. Vivimos el momento hermoso del nacimiento como cualquier otra pareja. Y queremos más hijos, tal vez adoptar. Definitivamente deseamos una familia grande.
Jamás se imaginaron el nivel de rechazo que iban a sufrir en ese colegio. Carlos confiesa que ha estado enfermo durante algunas semanas, vomitando debido a la angustia y el coraje. Ambos habían conocido la discriminación de muy distintas formas, pero esta vez la exclusión dañaba al ser que más querían en este mundo: su hija.
Tengo que confesar que en los 28 años que tengo de vida, nunca me había tocado vivir la discriminación como ahora que soy padre y tenemos una familia homoparental.
Fue entonces cuando decidieron emprender una batalla en favor de Alejandra y por los derechos de los niños, para prevenir y eliminar la discriminación. Su denuncia ha provocado que la Secretaría de Educación Pública de Nuevo León analice sancionar al colegio privado por la discriminación. También les ofrecieron una lista de 10 escuelas públicas y privadas para que la niña reinicie sus actividades escolares.
En el Congreso local, Guadalupe Rodríguez, presidente de la Comisión de Salud y Grupos Vulnerables, presentó un punto de acuerdo aprobado por unanimidad para que los directivos de The Hills Institute sean sancionados por expulsar a la niña inscrita e ignorar el bien superior de la menor.
Monterrey es la ciudad que más discrimina, dice de entrada Mario Rodríguez, dirigente del colectivo lésbico-gay Nuevo León Incluyente.
Gracias al valor de Carlos y José que dijeron basta y se atrevieron a denunciar su caso esto ha dado un vuelco al debate, porque pareciera que ese tema no estaba en el radar de los políticos.
En este momento se discute en el Congreso la aprobación de las leyes de matrimonio igualitario y contra la discriminación.
El activista, que durante décadas ha luchado por los derechos de las minorías sexuales, exigió un nuevo marco legal:
Se ha dicho que la escuela tiene derecho a discriminar porque es privada o que la niña se lo merecía por tener unos padres así. ¡Una barbaridad!... Eso es discriminación y es un delito. El Congreso acordó pedir la sanción contra el colegio The Hills Institute, pero nadie sabe qué tipo de sanción aplicar porque no hay leyes. Todo se queda allí. Esto tiene que cambiar. Hay que sacar las leyes del congelador.
Carlos y José confiesan que este episodio les causó
mucho pesar y dolor, pero están aprendiendo a superar el golpe y a transformar su indignación en lucha en favor, no solamente de su hija, sino de todos los niños.
Ojalá que con nuestro caso la sociedad mexicana se diera cuenta de que todas las familias somos diversas. Como que la sociedad mexicana es abierta en ciertos temas. Aceptan que seas gay, que tengas tu novio, pero que formemos una familia como que no les gusta, es otro tipo de mentalidad discriminatoria. Estamos luchando y nos exponemos al mundo por defender a nuestra hija buscando un precedente para beneficiar a otros niños y niñas, dice Carlos.
Quieren que Alejandra se mantenga al margen de todo:
Nuestra intención es proteger a nuestra hija, que ella no sienta nada de lo que está pasando, que no le transmitamos lo que estamos viviendo y mantenerla rodeada de amor. Desde que éramos novios, siempre dijimos: ¡Juntos contra el mundo! Y más ahora que somos padres
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