México DF, diciembre 06 de 2013.
Hablar abiertamente del sida para demostrar que es una enfermedad normal fue uno de los últimos consejos que dio el ex presidente y defensor de derechos humanos sudafricano, Nelson Mandela, quien dedicó parte de sus últimos 11 años de vida a tratar de acabar con el estigma y la discriminación que viven miles de personas con el virus alrededor del mundo.
El tema no era ajeno para Madiba, como le llamaban cariñosamente sus coterráneos en alusión a la tribu que pertenecía el incansable luchador contra políticas segregacionistas como el apartheid y fundador de la nueva nación sudafricana.
Si bien, en 2005, el mayor de sus hijos, Makgatho Mandela, falleció por complicaciones con el virus. Su labor en favor de aquellos 5 millones de sudafricanos azotados por la pandemia inició un año después de haber dejado la presidencia de Sudáfrica.
El 1 de diciembre del 2000, durante la Jornada Mundial de Lucha contra el Sida mencionó "Nuestro país enfrenta un desastre de proporciones inconmensurables. Estamos frente a un enemigo silencioso e invisible que está amenazando las bases de nuestra sociedad. Sean fieles a su pareja, usen condones. Denle a los niños amor, una sonrisa y paz, no SIDA".
Tres años después, por medio de su fundación homónima, lanzó la campaña 46664, en alusión al número que utilizó como preso durante casi 28 años de estancia en la prisión de Robben island, con el objetivo de recaudar fondos mediante conciertos masivos de música para apoyar investigaciones, comprar medicamentos e implementar estrategias educativas que ayudarán a aminorar las cifras.
Además, aprovechó el espacio que le brindaba su calidad de presidente fundador de Sudáfrica para hablar sobre el sida, el uso del condón y las prácticas sexuales de alto riesgo en grandes aforos.
La situación de vulnerabilidad de millones de sudafricanos a causa del virus provocó que Mandela calificará a la pandemia como “un nuevo apartheid”, debido a que muchos de ellos eran rechazados por sus propias familias y segregados en los servicios de salud y diferentes espacios públicos.
Tras la muerte de su hijo en 2005 criticó de manera abierta a su sucesor Thabo Meki, quien creía en las teorías negacionistas del sida, al asegurar que él no conocía persona alguna que hubiera muerto por sida, y no garantizaba una política efectiva para el reparto de los medicamentos antirretrovirales.
Los pendientes en la materia son muchos. Incluso, el propio Mandela reconoció que durante su mandato no pudo contener la pandemia y al momento de hacer el relevo presidencial la prevalencia de VIH en Sudáfrica era de 11.7 por ciento.
El debate fue muy amplio durante algunos años debido a que algunos consideraban que la situación actual del Sida en Sudáfrica tenía su origen en el período fundacional de Mandela. Sin embargo, para actores clave como Michael Sidibé, director general del Programa Conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para el Sida (Onusida), Mandela convirtió al país africano en una nación líder en la respuesta contra la pandemia.
Por esta entrega durante la última década de su vida, queda en la mente de muchas personas imágenes de Mandela portando una playera blanca con la leyenda HIV positive durante un evento público, convirtiéndose en el primer líder político en hacerlo, o durante su participación en la campaña “ Todos tenemos sida” de la organización Know HIV and AIDS, imágenes que regresaran a la memoria colectiva cuando la ciudad sudafricana de Durban aloje la XXI Conferencia Internacional de Sida en 2016, primer evento de este corte en el continente africano que no cuente con la presencia de Mandela
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