Más de 600 mil hidalguenses sufren hambre
Armando Cruz Sánchez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 26 de diciembre de 2013, p. 29
Jueves 26 de diciembre de 2013, p. 29
Pachuca, Hgo., 25 de diciembre.
Más de 600 mil habitantes de Hidalgo padecen hambre; de éstas, unas 92 mil 800 viven en la región otomí-tepehua, señaló Pablo Vargas González, investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, quien detalló que las indígenas de esta zona subsisten del bordado de mantas (tenangos) que se exhiben en desfiles de modas y por las cuales los intermediarios les pagan apenas una décima parte de su valor.
Detalló que los pobladores de esta región, que abarca los municipios serranos de Acaxochitlán, Huehuetla, San Bartolo Tutotepec, Tenango de Doria, Agua Blanca y Metepec, viven en condiciones de muy alta marginación, con carencias de agua, drenaje, electrificidad, educación, salud y vías de comunicación; además, las mujeres llegan a procrear hasta 10 hijos.
Vargas González señaló que la globalización ha resultado
desestructurantey
agresivapara las comunidades autóctonas de Hidalgo, donde el intermediarismo también afecta a los productores de café, sujetos a los vaivenes internacionales.
El Instituto Mexicano del Café dejó una estructura de intermediarios perjudicial para los productores indígenas del grano, la cual se convirtió en una moderna tienda de raya para explotarlos. Prestaba, rentaba o vendía máquinas despulpadoras e inclusive proporcionaba préstamos y después los productores se obligaban a vender su producto. Controlaba la producción imponiendo bajos precios.
Indicó que el coyotaje domina la comercialización de artesanías, y va desde los intermediarios hasta las instituciones como la Casa de las Artesanías de Hidalgo.
Coyotes pagan $800 por piezas que requieren meses de trabajo
“La pobreza ha hecho que los 580 habitantes de Cerro Chiquito, en Tenango de Doria, subsistan en condiciones precarias debido a que resultan insuficientes los ingresos que obtienen de los cultivos de maíz y frijol. esto empuja a los jóvenes a emigrar a centros urbanos o a Estados Unidos para emplearse de albañiles, aventuras por las que llegan a pagar entre 15 mil y 20 mil pesos.
Se quedan las mujeres, cuya situación es más crítica porque están a cargo de la descendencia, y sus artesanías son mal pagadas: por un mantel de entre cuatro y cinco metros, bordado durante cuatro o cinco meses, el intermediario les paga entre 800 y 900 pesos; en promedio, ganan 170 pesos al mes. En contraste, sus tenangos se venden en Estados Unidos en más de 600 dólares
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