El emisario Álvaro Corcuera se acerca a Juan José Vaca para proponerle un arreglo económico
La orden, acorralada en Estados Unidos; no hay vuelta de hoja: paga, o le quitan sus propiedades
Foto La Jornada
Joseph Ratzinger estuvo al tanto de los crímenes, pero no se atrevió a detenerlo, señalaFoto La Jornada
Domingo 1º de agosto de 2010, p. 2
El momento llegó después de 60 años. La cúpula de los legionarios de Cristo por fin decidió acercarse a las víctimas de Marcial Maciel para ofrecerles una reparación económica por el daño ocasionado.
Juan José Vaca tiene 73 años y lleva esperando este momento desde hace 30. Entró a la legión en 1947, a la edad de 10 años. Dos después empezó a sufrir abuso sexual por Maciel, que se prolongó durante toda su adolescencia.
El emisario para iniciar los contactos con las víctimas de Maciel fue Álvaro Corcuera, director general de los legionarios. Visitó a Juan José Vaca en Nueva York, donde actualmente reside y trabaja en el Mercy College de Manhattan como profesor adjunto de sicología y sociología.
“Corcuera ha venido a verme –dice en entrevista con La Jornada. Quería mostrarme su arrepentimiento arrodillándose ante mí para pedirme perdón. Le dije: ‘¡Quítate de teatralidades! Agradezco que me vengas a pedir perdón, pero esta no es la solución. La solución es resarcir daños y perjuicios a víctimas que durante tantos años hemos sufrido su indiferencia y desprecio’”.
Juan José Vaca fue director territorial de la legión en Estados Unidos, pero en 1976 decidió abandonar la orden, hastiado de tanta impunidad ante los abusos cometidos por el fundador. En 1976 escribió desde la diócesis de Rockville Centre, Long Island, Nueva York, una carta de 12 páginas a Marcial Maciel, nombrando a 20 víctimas más de sus abusos. La misiva llegó hasta el Vaticano gracias a la ayuda del obispo John R. McGann, pero para sorpresa suya no hubo reacción alguna del Vaticano ni contra su agresor ni en favor de las víctimas.
El silencio fue la constante, el cual se rompió hace unas semanas por iniciativa de la propia Legión de Cristo. “Hablamos sobre justicia, y Corcuera me dijo: ‘¿Cuánto quieres?’ Le respondí: No te voy a decir cuánto, mejor tú dime cuánto. Considera todos los daños que sufrí durante 32 años dentro de la legión y otros 30 fuera.”
¿Reconciliación?
El encuentro entre Juan José Vaca y Álvaro Corcuera fue cordial. El director de la legión lo abrazó al llegar, Vaca le pidió entonces que le contara sobre su vida, porque para él era un desconocido. Para sorpresa suya supo en ese momento que él había sido su maestro en el seminario legionario. Juan José Vaca no habló en nombre del grupo de víctimas, sino individual. “Le dije: ‘háblame de tí, cuéntame todo lo que quieras. Deseo conocerte para saber si puedo contar contigo’. Me contó toda su vida y milagros. Creo que es un hombre honesto y trata de hacer las cosas correctamente, pero está entre dos aguas. Tiene que complacer a unos y otros. No quiere perder su puesto. Sigue creyendo que la Legión de Cristo es obra de Dios. Le hice saber que no es así, pero él quiere sacar el barco adelante.”
Vaca aprovechó ese momento para cuestionar a Corcuera su conocimiento sobre los abusos sexuales que Maciel cometió contra pequeños discípulos, pero el director de los legionarios lo negó. Únicamente aceptó que conocía la existencia de la hija y de la mujer de Maciel desde 2004. Luego volvieron al asunto de la reparación y Vaca le recordó que a su edad él ya podría estar retirado, disfrutando de una buena jubilación, cosa que no se dio precisamente por la persecución que sufrió a consecuencia de sus denuncias contra Maciel.
“Le insistí en que analizara lo que me pueden ofrecer, considerando todo lo sufrido. Le comenté: ‘cuando tengas esa cifra, ofrécemela. Yo veré si acepto’. Me dijo que en Roma ya estaban estudiando eso. Fui tajante, le dije: ‘Te doy 90 días. En esa fecha quiero tener en mi escritorio un cheque con lo que tú creas que es justo y honorable. Yo veré si lo acepto o te lo regreso’”.
Vaca espera paciente la fecha en que Corcuera vuelva con el cheque en la mano. “Me pidió números de teléfono de las demás víctimas. Supongo que se pondrán en contacto con ellos para hacer lo mismo. Le dije que en Estados Unidos han tenido que pagar grandes cantidades. ‘Tú compáralo y saca tus conclusiones’”.
–¿Le sorprendió su visita?
–Me resultó sorpresivo al principio.
–¿Cree que existe la intención de ser generosos?
–Los legionarios tienen suficiente dinero. Se habla de una fortuna superior a 50 millones de dólares. Pero aquí no se trata de generosidad, sino de ser honorables y justos. Si no ofrecen una cantidad digna obrarían con mezquindad.
–¿Usted cree que hay un verdadero arrepentimiento?
–El tiempo lo dirá. Palabras son palabras.
–¿Los legionarios buscan una reconciliación?
–Es lo que están buscando. Pero hay daños morales que no se reparan con ningún dinero. Tienen que cambiar mucho. La legión no puede seguir así. Tendrá que desaparecer. Es una canasta con manzanas podridas que pueden dañar otras. Hay que sacar las manzanas corrompidas. ¿Y qué se puede hacer con las otras? Mandarlas a otras diócesis.
Heridas sin cicatrizar
Corcuera aseguró a Juan José Vaca que los legionarios han empezado a circular su carta enviada a Maciel en 1976. Esa misiva es ahora una pieza clave en el proceso que el abogado Jeff Anderson ha abierto contra la Legión de Cristo en Estados Unidos con la demanda interpuesta por el hijo biológico de Maciel, Raúl González.
Vaca pudo rehacer su vida y es un hombre felizmente casado. Tiene una hija. Sin embargo, no olvida el trauma que significó para él padecer a muy temprana edad el acoso y abuso de Maciel. Aquel 20 de octubre de 1976, Vaca escribió a Maciel su sentir:
“Para mí, padre, la desgracia y tortura moral de mi vida comenzó aquella noche de diciembre de 1949. Con la excusa de sus dolores, usted me ordenó quedarme en su cama. Yo aún no cumplía 13 años; usted sabe que Dios me había conservado hasta entonces intacto, puro, sin haber manchado jamás gravemente la inocencia de mi infancia, cuando usted, aquella noche, en medio de mi terrible confusión y angustia, desgarró por vez primera mi virginidad varonil. Yo, que había llegado a la legión en mi niñez, sin haber experimentado acto sexual alguno, sin tan siquiera tener idea de que existían actos como la masturbación y demás degeneraciones contra natura, usted inicia esa noche los abusos aberrantes y sacrílegos que se prolongarían dolorosamente por 13 años. Trece años de angustias y confusiones terribles para mí.”
Añade: Cuántas innumerables veces me despertó usted a altas horas de la noche y me tenía con usted, abusando de mi sueño perdido, que más de una vez pusieron en peligro mi salud síquica. ¿Lo recuerda, padre?
El abogado Jeff Anderson ofrecerá esta carta como prueba de que el Vaticano conocía de los abusos sexuales cometidos por Maciel. Esta misiva y la de 1989 enviada al papa Juan Pablo II muestran cómo efectivamente el Vaticano conocía desde 1976 los crímenes de Maciel. El mismo Vaticano ha reconocido que recibió las cartas.
Raúl González, quien interpuso la demanda contra los legionarios y contra Maciel, exige una reparación por los abusos sexuales que sufrió por el fundador de la Legión de Cristo. Este caso es una nueva prueba contra los legionarios. No pueden negar la existencia de estos hijos, no pueden negar que Maciel les prometió la herencia. En la ley estadunidense no hay vuelta de hoja: o los legionarios pagan, o les quitan sus propiedades. Son hijos biológicos de este señor, y los legionarios sabían desde hace años su existencia. Ya no lo pueden negar. El hecho es real. Esos hijos son probadamente de Marcial Maciel.
Comenta que recientemente le llegó información sobre los abusos cometidos por el secretario de Juan Pablo II, Stanislao Dzisisz, hombre que también fue protector de Maciel desde la curia. Maciel tenía un olfato muy agudo para conectarse con personas que le ayudaran a solapar sus crímenes y obviamente conocía las debilidades de este secretario del Papa, quien era homosexual activo. Le daba regalos económicos y arregló su apartamento en Roma por casi dos millones de dólares. También el cardenal Ratzinger estuvo al tanto de los crímenes de Maciel. Él supo lo que pasaba con Maciel, pero no se atrevió a detenerlo porque Juan Pablo II lo defendía. Ahora se encuentran con la podredumbre hasta la nariz.
Me siento muy revalidado con este proceso que lleva Jeff Anderson. Ahora me busca gente para decirme que tenía razón. Me dan las gracias por haber denunciado a Maciel valientemente. Esas personas han dado un giro importante. Me da satisfacción saber que lo que he estado diciendo en los últimos 47 años finalmente lo han admitido como verdad. La verdad, tarde o temprano, triunfa
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