Leonardo Bastida Aguilar
Arturo Díaz encabezó numerosos equipos de trabajo destinados combatir la homofobia.
“Merecer la vida no es callar ni consentir/ Tantas injusticias repetidas/ Es una virtud, es dignidad /Y es la actitud de identidad/ Mas definida”, mencionaba la cantante Mercedes Sosa en su canción “Honrar la vida”, la cual sonó durante un homenaje de cuerpo presente al activista Arturo Díaz Betancourt en recinto funerario.
Al filo del mediodía del pasado sábado, decenas de activistas en lucha contra el VIH/sida acudieron a la funeraria en la que se velaban los restos de Díaz Betancourt para darle el último adiós.
De esta manera, en medio de flores y aplausos, comenzó el homenaje para “celebrar la vida” y despedir a un “hombre extraordinario”, como lo definió Alejandro Brito Lemus, director de la organización civil Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana,de la cual Díaz Betancourt fue fundador.
Para iniciar el homenaje, Brito Lemus, mencionó que una de las características del ex miembro del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, era la “entrega” con la que hacía sus actividades, y la gran capacidad de plantear estrategias.
A nombre de la familia Díaz Betancourt, Ramón Díaz, padre del fallecido luchador social, agradeció a todas las personas que ayudaron al activista “en su lucha por la libertad de los pensamientos humanos y el VIH/sida”, y a todas aquellas organizaciones civiles que fueron sus compañeras de lucha por más de 20 años.
Por su parte, Andrea González, coordinadora del Programa de VIH de la Ciudad de México, espacio en el que Díaz Betancourt participó activamente, mencionó que el impulsor de la Comisión Ciudadana Contra los Crímenes de Odio por Homofobia, fue “alguien que logró cambiar el mundo y dejó un mundo mejor al que encontró”.
Así, tras la lectura del poema “La noche oscura del alma” del fraile carmelita descalzo, San Juan de la Cruz, un brindis con tequila, y en medio de vítores, el cuerpo del activista abandonó el recinto para ser cremado.
La noche oscura
Canciones del alma que se goza de haber llegado al
alto estado de la perfección, que es la unión con Dios,
por el camino de la negación espiritual.
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
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