Lunes 2 de mayo de 2011, p. 40
La depresión es un fenómeno que también se presenta en menores de edad. Datos oficiales muestran que entre 8 y 9 por ciento de los niños de México presentan rasgos depresivos; sin embargo, Teresa Gutiérrez Alanís, de la Facultad de Sicología (FS) de la Universidad Nacional Autónoma de México, advirtió que esta patología puede presentarse hasta en 20 por ciento en ciertas poblaciones (niños enfermos o maltratados, entre otros).
A ello se añade la dificultad para detectar el fenómeno en infantes, así como el uso excesivo de videojuegos e Internet, que contribuyen al aislamiento: dejan de convivir y relacionarse y se mantienen en un mundo de fantasía, con otras reglas y límites que pueden confundirlos.
Los problemas centrales son pérdida de contacto humano, así como para conversar con familiares y amigos, divertirse, aprender a lidiar con la vida real como posibilita el juego, ya que en éste se negocian las reglas y se aprende a perder o ganar. Por esto, en muchos casos no aprenden a tolerar la frustración, lo que los sitúa en desventaja.
La especialista propuso que para prevenir el aislamiento y la depresión infantiles es necesario recuperar los espacios de afecto, convivencia y comunicación familiar; además, tener un grupo social de soporte y actividades deportivas, recreativas o culturales.
La depresión es un asunto multicausal, donde intervienen factores genéticos, biológicos, bioquímicos cerebrales, de estilos de crianza y de desarrollo de habilidades para afrontar dificultades en la vida. A ello se pueden sumar situaciones como la pérdida de un ser querido, lo que puede hacer más vulnerables a ciertas personas.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Epidemiología Siquiátrica, el estudio realizado a escolares arrojó que la incidencia de menores con rasgos depresivos oscila entre 8 y 9 por ciento. En tanto, 30 por ciento de los mexicanos de 18 a 65 años padece algún trastorno siquiátrico. Ansiedad, adicciones y depresión son los más frecuentes, informó la UNAM en un comunicado.
Uno de los precursores más importantes de la depresión es el estrés, problema de nuestro tiempo. De pronto, estamos expuestos a variadas fuentes de tensión que se pueden complicar y derivar en las condiciones referidas, y lo mismo ocurre entre los menores.
Las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud indican que hacia 2025 el estrés ocupará primero o segundo lugar en la lista de problemas de salud pública. Aun cuando los adultos de entonces son los niños de hoy, las políticas del área no promueven la salud mental ni es un tema socializado en las escuelas, indicó la especialista.
De la población infantil existen pocas investigaciones, reconoció, pero se sabe que si un pequeño presenta un problema en su niñez, tendrá mayor propensión a sufrir más episodios depresivos a lo largo de su vida que quien no los vive a temprana edad. Las niñas y niños de hasta nueve años se ven afectados por igual, pero con el inicio de la pubertad, comienzan a actuar
las hormonas y la proporción cambia a dos mujeres por cada hombre.
Gutiérrez Alanís destacó que un niño no puede expresar que está preocupado, triste o presionado, pero su equivalente sería una queja por dolencia física o somática, dolor de cabeza, estómago, enuresis o algún trastorno de conducta, como volverse más inquieto o irritable.
Por último, recomendó a los padres estar pendientes de sus hijos para detectar cambios
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