México DF, junio 25 de 2011.
Estimado público lector: Con motivo de la XXXIII Marcha del Orgullo, 33 voces autorizadas y reconocidas del activismo gay, lésbico, transexual, académico, legislativo, de la defensa de los derechos humanos, sexuales y reproductivos, así como de la lucha contra el VIH/sida, y de la Iglesia católica, reflexionan sobre el significado político, social y económico de esta movilización que inicialmente fue sexopolítica, pero que ahora, para algunos ha sido convertida en un auténtico “carnaval”, y para otros, es una combinación de lucha social y mercado rosa.
En este tercer bloque, las opiniones de Antonio Medina, José de Jesús Aguilar, Yan María Yaoyolótl, Xabier Lizarraga, y Polo Gómez
A 33 de iniciadas las Marchas del Orgullo, ¿usted considera que mantienen su carácter reivindicativo de derechos o han sido absorbidas por el mercado y afectadas por la apatía de los jóvenes?
“Sí. Las marchas son totalmente reivindicativas. Tienen una función social que es sensibilizar a la sociedad sobre las necesidades de un sector que ha sido históricamente violentado, no solamente en lo físico, sino en lo simbólico. Cada marcha transforma el imaginario social negativo que ha creado la Iglesia católica y los entes conservadores de este país. Por eso creo que salir y tomar el espacio público de manera colectiva nos reivindica como sector. Reafirma los logros colectivos y posiciona desde lo social las necesidades y demandas que tenemos”.
Antonio Medina
Periodista y Coordinador de la Agencia de Información NotieSe
“Existen homosexuales que exageran su postura para que sean más tomados en cuenta, pero debemos tener claro que no todos los que desfilan en una forma escandalosa están representando a la gran comunidad de homosexuales. Muchos de ellos son totalmente discretos, muchos de ellos, por esto mismo, no desfilan en la marcha porque quieren guardar en la privacidad su identidad, su preferencia sexual.
“No necesitaríamos este tipo de marchas para reconocer que los homosexuales son personas como nosotros, si hubiera necesidad de una marcha heterosexual, una marcha de hombres o de mujeres, estaríamos hablando de un país que no reconoce las diferencias entre las personas más allá de las preferencias sexuales.
“La Iglesia considera que cada ser humano está invitado a la salvación a través del camino del amor. En gran parte, el mercado ha tomado en cuenta a los jóvenes como una especie de compradores, únicamente de moda, de objetos, y también de cosas de lo que podría ser esta marcha como tal”.
Sacerdote José de Jesús Aguilar
Subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis Primada de México
“(Las Marchas del Orgullo) considero que perdieron el carácter político, el carácter contestatario que tuvieron inicialmente y se han convertido en un carnaval controlado por la empresas transnacionales y binacionales, creo que ya perdió toda la esencia que inicialmente le imprimimos cuando iniciamos la primera marcha en 1979.
“Yo creo que tenemos que hablar de un renacimiento homosexual, yo hablo de homosexual y no gay porque el término gay me parece absolutamente institucional, comercial y mercantil. Debemos reivindicar la homosexualidad tanto masculina como femenina y combatir la gaycidad”.
Yan María Yaoyolótl
Fundadora del primer grupo de lesbianas en México en 1977
“La marcha todavía sigue manteniendo los objetivos primeros, que no excluían la fiesta, pero sí reivindicaban las demandas civiles, legales y sexopolíticas. Pero evidentemente los bares y las tiendas han aprovechado y la han hecho más grande, aunque a ellos no les interesan estas reivindicaciones.
“Algunos de los jóvenes, no todos, acuden a la marcha como una fiesta anual, y a la cual van a participar porque es divertido, y realmente les aburren incluso las pretensiones sexopolíticas que pudiera tener, pues les parece más importante que haya una reina o una embajadora gay que la consecución de derechos que se han logrado con esta presencia activa de la marcha”.
Xabier Lizarraga
Académico del Instituto Nacional de Antropología e Historia
“Es una marcha tan diversa que tiene todo este abanico de posibilidades, tanto entra la parte de activistas que todavía creemos que es una marcha donde se debe exigir respeto a nuestros derechos humanos, y por otro lado está esa parte que conlleva a una diversidad sea más incluyente, esa que busca y vive en las discotecas, así como toda esta gente que impulsa otra visión de la marcha.
“Son los riesgos de una marcha tan diversa y tan amplia porque debe darle cabida a todo tipo de voces. Sí ha caído un tanto en esta parte mercantilista, pero insisto, todavía habemos algunos activistas, algunos grupos que seguimos pensando que la marcha debe seguir teniendo su carácter político para así seguir justamente defendiendo nuestros derechos”.
Polo Gómez
Activista en la respuesta al VIH/sida y Coordinador General del Condomóvil AC
*Con información de Leonardo Bastida Aguilar, Guillermo Montalvo Fuentes, Elida Abonza, Karen Hernández, Adriana Tapia, Luis Méndez Pérez, y Mario Alberto Reyes
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