Adriana Ortiz-Ortega
Adriana Ortiz-Ortega, académica de la UNAM
Es necesario construir un México que salga de la pobreza y la exclusión. Hoy día y, según cifras oficiales, en México hay 52 millones de pobres (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2011) pero si nos referirnos a los datos del sociólogo Julio Boltvinik, dos terceras partes de los mexicanos y las mexicanas, es decir, 80 millones de personas son pobres.
Y es desde la política donde se puede definir el rumbo a tomar porque la política es el terreno propicio para imaginar posibilidades, para diseñar alternativas y para generar una acción colectiva que les dé rumbo y sentido.
Construir este camino requiere que tomemos conciencia que no estamos aislados, que necesitamos una izquierda en diálogo en los últimos diez años en México y en el mundo la economía y los modelos de desarrollo han estado dominados por un enfoque corporativizado que privilegia los intereses monopólicos y que no logra cumplir ni con las Metas del Milenio que plantea como propias.
Necesitamos poder decir en distintos ámbitos internacionales que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional imponen en el mundo indicadores que son alternativas cojas porque excluyen las demandas y visiones de la ciudadanía y los movimientos sociales transnacionales que apuntalaron la agenda y fueron la base de los compromisos que los estados nacionales adquirieron durante la década de los noventa en las conferencias organizadas por las Naciones Unidas.
Por ello, necesitamos crear desde la Izquierda Democrática una interlocución con los donantes del desarrollo para mostrarles otras ideas, hablar con las grandes naciones, con nuestros pares latinoamericanos, entre nosotr@s. Pero necesitamos recuperar la interlocución desde la Democracia de Izquierda proponiendo ideas desde temas claves como son la innovación tecnológica, la captación de agua de lluvia, la construcción de la sociedad del conocimiento, la gobernanza sustentable, la diversidad y la igualdad entre hombres y mujeres.
Esto sólo puede lograrse desde la política porque necesitamos que las mexicanas y los mexicanos crean que es posible que México pueda volver a estar entre las 10 economías más fuertes del mundo y ser una nación emergente como son los BRIC, sigla utilizada en economía internacional para referirse conjuntamente a Brasil, Rusia, India y China.
Desde una Democracia de Izquierda esto se puede lograr porque esta forma de organización es fórmula para reforzar la construcción de la legalidad, el ejercicio de los derechos, la transparencia y la interlocución informada. Recordemos que estas características de un sistema político se reconocen cada vez más como clave en países emergentes como lo son Brasil, China, Rusia e India que se abran camino en el mundo. Como ejemplo, Brasil, nuestro compañero latinoamericano, tuvo un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 6 por ciento. China en el mismo periodo tuvo un crecimiento del PIB de 7 por ciento e India de 8.6 por ciento.
Una Democracia de Izquierda es importante porque ofrece a México un camino en un momento en el que se agota el tiempo para las enmiendas y se hace necesario emprender las grandes decisiones que la transición hacia la democracia requiere para no fenecer.
Nos diferenciamos como Izquierda Democrática porque estamos abiertos al mundo y no somos esa izquierda anclada en el populismo, en el liberalismo tecnocrático o una socialdemocracia dispuesta a regirse por las propuestas de la derecha, ni una derecha rigidizada y aferrada a la moral aunque clame trabajar por México.
Los Demócratas de Izquierdapodemos y debemos decirle a la sociedad que estamos hoy día reunidos para mostrar que somos capaces de confluir y ofrecer a México un modelo que es muy nuestro, muy mexicano y que integra por igual el respeto a los derechos humanos que el crecimiento con desarrollo y la posibilidad de abrirnos al mundo y al cambio. Que hablamos retomando propuestas como la reciente aceptación de la reforma constitucional al artículo primero, promulgada en junio pasado y, ampliamente apoyada por la izquierda en ambas cámaras. Retomamos propuestas como ésta para que los derechos humanos se materialicen en todos los ámbitos de la vida.
La Democracia de Izquierda busca recuperar el diálogo informado y constante con la sociedad para detener la masificación de la pobreza, la pocas veces reconocida pobreza de las mujeres, que son las pobres entre los pobres, la exclusión de los y las indígenas y, podríamos decir de las mujeres privilegiadas, porque no se les deja llegar ni a través del sistema de cuotas para alcanzar la paridad en Cámaras o presidencias municipales y que cuando lo intentan son en el peor de los casos perseguidas o muchas veces ridiculizadas; que se nos excluye de la Reforma política. La Democracia de Izquierda es una alternativa frente a la corrupción o el clientelismo que atraviesa y corroe a todos los sectores sociales y del cual no escapan ni los movimientos sociales ni siquiera los de mujeres.
Lo importante entonces de esta reunión es que tomamos conciencia de que requerimos sumar esfuerzos para que nuestro compromiso con la política sirva para dimensionar problemas como el crimen organizado y para diseñar estrategias efectivas de atención a éste porque lo mira como multidimensional y no resulta en una simplista guerra guiada por ideales moralistas que cobra más de 40 mil vidas. Trabajamos entonces en una agenda encaminada a una auténtica renovación institucional que se sobrepone a los ejercicios de simulación de la función pública y que permite articular modelos de política innovadores y en dialogo con la sociedad.
Para dar este paso necesitamos colocar a la cabeza la inversión en ciencia para dejar de estar en el último lugar de la lista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos porque nuestra inversión en ciencia no pasa de 0.39 o 0.4 por ciento y se plantea como mínimo necesario invertir el 1 por ciento del PIB para construir una sociedad del conocimiento (OCDE 2010).
Colocar a la cabeza la inversión en ciencia significa invertir en desarrollar alternativas locales a problemas de justicia, desigualdad, respeto a los derechos humanos, desarrollo sustentable, desarrollo económico y de desarrollo de patentes.
En esta visión abrir la puerta para la paridad política de las mujeres no puede ser visto como una concesión graciosa y secundaria pues las mujeres representamos el 51 por ciento de la sociedad, casi el 40 por ciento de la fuerza laboral y no alcanzamos ni el 25 por ciento de representatividad en las Cámaras pese a que la representación política fijada por la ley es de 40 por ciento.
Lograr la paridad no es otra cosa que reconocer que el 51 por ciento de la población no puede continuar supeditando la obtención de sus derechos a las componendas o a la entrega a cuenta gotas de sus derechos que son vistos, en el mejor de los casos, como graciosas concesiones de la clase política.
Pero necesitamos decir que construir la legalidad se relaciona no sólo con la situación de las mujeres, la ciencia o la violencia: más importante aún, es un andamiaje desde el cual la sociedad puede participar sin miedo, saber que será escuchada porque significa hacer valer las leyes existentes y conquistadas con tanto esfuerzo así como ahondar en la construcción de ciudadanía.
Agradezco la invitación y reitero mi mensaje: necesitamos levantar la vista, mirar alrededor, comprender cómo han hecho quienes han salido adelante; recuperar el respeto a aquellas tradiciones que nos engrandecen y mezclarlas con ideas de futuro. De este modo, podremos salir de un presente que nos agobia y nos empequeñece. Y la política es el terreno desde el cual conseguiremos, por ejemplo, que el cambio del artículo 1 constitucional a favor de los derechos humanos nos beneficie a todos para que podamos trabajar, convocar y marcar nuestra historia contemporánea con acciones que alimentan la paz, desarrollo y el respeto al medio ambiente y a las personas.
Un gobierno democrático y de izquierda se manifiesta cuando existe la inclusión, la diversidad, el respeto a la legalidad, la paz. Sin embargo, para ser viable como modelo de desarrollo social requiere crecimiento, apertura al conocimiento y transparencia. Saber enunciar, reconocer, dimensionar y atender los grandes problemas nacionales debe ser el sello de gobiernos de esta naturaleza. En ellos debe privar un estado de derecho donde la discriminación se combata no sólo con leyes efectivas sino con una educación tenaz que se impone sobre la ignorancia.
Por ello, pensamos que Demócratas de Izquierdase construye desdeun pensamiento y accionar multicultural que reconoce las diversas actividades económicas, el genuino interés empresarial, la contribución de jóvenes y mujeres, incluidas las transgénero, las mujeres de la tercera edad, las mujeres de capacidades diferentes, los hombres homosexuales y lesbianas así como tantos otros individuos que hoy se viven y, sobretodo son catalogados por otros, como personas sin derechos. Como termina la convocatoria de este evento escrita por Jesús Ortega:
Ninguna solución para la problemática del país puede surgir del exclusionismo, sectarismo, imposición, desde la confrontación o desde cualquier tipo o manifestación de violencia.
Cierro citando a Claudia Hinojosa, promotora cultural y activista de los derechos de los homosexuales, estos problemas requieren no sólo una condena sino una visión de país audaz, comprometida, inclusiva e integral para desde allí construir juntos el camino que buscamos.
*Economista y politóloga, especialista en temas de impulso a la producción científica, educación internacional, género y sexualidades. Académica de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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