Paciente y divertido, el cantautor que recibirá el doctorado honoris causa de la máxima casa de estudios, contó cómo aprendió a cantar en los oscuros y penosos años de la posguerra y respondió a las inquietudes de los universitarios
Cuando subes a un escenario con un manojo de canciones nuevas, la gente te pide las viejas, y si sólo cantas las viejas, te da una patada en el culoFoto Carlos Cisneros
Jueves 22 de septiembre de 2011, p. 39
En un auditorio de la Torre de la Rectoría y a propósito de su viaje a México para recibir el doctorado honoris causa –acto con el que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cerrará los festejos por sus 100 años–, se efectuó ayer un cálido
encuentro entre decenas de jóvenes universitarios y un paciente y divertido Joan Manuel Serrat, quien contó a los muchachos cómo aprendió a cantar en los oscuros y penosos años de posguerra
y por qué no puede haber gratuidad de los soportes culturales a costa de los creadores
.
Y sí, como un abuelo –he perdido el pelo y corro los 100 metros en bastante más tiempo y con mucha dificultad
–, Serrat escuchó las intervenciones de sus jóvenes fans, quienes por obvias razones quisieron saber casi de entrada lo que significa para él que este día, de birrete y toga, sea uno de los personajes distinguidos en el fin de fiesta universitario.
Me llena de orgullo, de satisfacción y pienso en mi madre. Ella siempre dudó que eso de cantar sirviera para alguna cosa... Se sentiría muy contenta
, sonrió como lo hizo a lo largo de la hora que duró la charla, misma que se realizó por acuerdo explícito de los organizadores y el cantautor lejos de la mirada de los medios. Sólo por la invitación de algunos de los estudiantes que participaron, La Jornada pudo acceder al auditorio.
Serrat iba vestido de Serrat: pantalón de mezclilla, chamarra negra. Chispeante, el catalán celebró que después de muchos años pudiera estar en la UNAM y poder compartir y conversar con gente tan joven y linda cosas que aparentemente también a ellos les interesan
.
Su presentación no pudo ser más sustanciosa: “Me ha gustado cantar toda la vida y en cualquier circunstancia... Cantaba con mi madre mientras le ayudaba en casa a hacer las camas cuando era pequeño; cantábamos canciones que la radio iba soltando –en años muy oscuros y penosos de posguerra en España–; canté en el coro del colegio y por el gusto de cantar, aprendí a tocar la guitarra”.
A continuación, un extracto de la charla de Serrat con alumnos de las distintas facultades y escuelas de la UNAM:
–Usted se va renovando, pero, ¿qué pasa con aquellas canciones antiguas: las canta con la misma pasión que al inicio de su carrera?
–Para sobrevivir en un oficio que produce un desprestigio o desinterés por lo que hace el artista, a diferencia de otros, como el de un médico o un arquitecto, se necesita una gran complicidad de la gente... Un hombre vale en la medida de lo que hace y puede ser respetado en la medida de lo que ha hecho.
Pero ocurre una paradoja: cuando subes a un escenario, con un manojo de canciones nuevas, ¿sabes qué es lo que te pide la gente?, las (canciones) viejas; y si sólo cantas las viejas, ¿sabes lo que hace la gente?, te da una patada en el culo
.
Se sorprenderían de la cantidad de cosas que la gente descubre en mis canciones: descubren cosas que a mí no se me ocurrieron jamás y que son fantásticas, claro
.
–Hay muchos músicos que intentan hacer cosas nuevas. Sin embargo, a veces es difícil saltar a la radio, ¿cómo fue en su época?
–Muy diferente. En estos momentos, la industria discográfica es inexistente, y los planteamientos que hacen en el mercado discográfico son mayoritariamente rutinarios y repetitivos. Me sorprende que cuando aparece un trabajo nuevo de algún artista, no necesariamente bien consagrado, medianamente conocido, aparece simultáneamente en México, Estambul, Nueva York, Alaska y Nueva Delhi.
“Ha desaparecido la industria que se interesaba por un trabajo de alguien que empezaba; ponía a su cargo la producción, (y) ha desaparecido la difusión radiofónica gratuita, que es lo que existía antes.
–¿Qué piensa de la piratería y el papel que juega en países como el nuestro, con una economía tan precaria, en la que a veces es la única manera en la que la sociedad se puede acercar a la cultura?
–No creo que sea la única manera; algo que se llama piratería en sí misma ya quiere decir que algo de ilegal lleva a su lado. Estaría de acuerdo en modificar las leyes.
“No estoy de acuerdo es que las actividades en una sociedad pasen por encima de las leyes. A mí no se me ocurre entrar en una farmacia y, en función de lo caro que están los medicamentos, echar mano y dejarme un puñado.
“Creo, más bien, que esto en México no ha sido un problema, porque todo lo que he visto en todos los mercadillos, desde que he llegado a México, ha sido pirateado. Todo, seguramente. Es algo que ya está en el funcionamiento del país. No hay plaza pública que no existan enormes montañas de cualquier tipo de artilugio a la vista de la autoridad, distribuyéndose a precios de coste muy bajos, por cierto.
“Lo que ocurre es que no podemos combatir el fuego con gasolina. Lo que no se puede es distribuir gratis la gratuidad de los soportes culturales a costa de los creadores.
–¿Qué opina de las nuevas tecnologías y que con un clic se pueden descargar canciones?
–No se puede adquirir el soporte gratis a costa de que lo pague el creador. Que se organicen, que cambien las leyes, que no entren las cosas como quieran, sobre todo en un tiempo en que la industria, su distribución y su forma de actuar está quedando más que obsoleta.
Habrá que buscar nuevas salidas en ese sentido, y sobre todo pueden ser buenas si permiten que todo un mundo de creatividad nueva pueda acceder; importa también plantearse cómo vivir de esto, si no esta gente podrá hacer un trabajo pero, segundo, estarán en un cementerio civil: muerte por inanición. Es que la gente, todos, incluso hasta los escritores necesitan comer... Porque frente a la gratuidad, la gente acepta lo que sea
.
–¿Cómo mira Joan Manuel Serrat el mundo a lo largo de su vida?
–Existe un gravísimo problema en lo que puede ser la economía del mundo y, sobre todo, la distribución de la riqueza. Es un problema antiguo que en estos momentos está afectando a una gran cantidad de gente que no había recibido en los últimos 40 o 30 años nada tan duro, y se está haciendo un problema preocupante no sólo en Barcelona, ahora en Nueva York, hace unos días en Israel. En fin, ocurre cuando el hombre no es capaz de poner orden en algo que le afecta de una manera tan importante como es la cohesión social. La naturaleza se ocupará, como se ocupan las aguas de los ríos de pasar por los lugares por los que históricamente fluyeron, por muchas casas que les pongas delante
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