A las enfermedades infecto-contagiosas que padecen se suman ahora las crónico-degenerativas
Miércoles 28 de diciembre de 2011, p. 35
El cuidado de la salud es una más de las condiciones extremas
que enfrentan los pueblos indígenas del país. De acuerdo con estudios del Programa Universitario México Nación Multicultural (PUMC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estas comunidades padecen circunstancias sociales, económicas y demográficas que les impiden acceder a una salud de calidad.
Aunado a ello, para los gobernantes resulta improductivo
establecer unidades de salud en pueblos indígenas con menos de 100 habitantes (aunque de acuerdo con los dos censos más recientes de población en México hay casi 20 mil comunidades con menos de un centenar de pobladores), subrayó Carlos Zolla, coordinador de investigación del PUMC.
El académico universitario detalló que a la desnutrición, mortalidad infantil y materna, dengue y enfermedades infecto-contagiosas, que son habituales
en estas etnias, se suman ahora padecimientos crónico-degenerativos como diabetes, cirrosis, problemas cardiovasculares y diferentes tipos de cáncer, que comienzan a cobrar víctimas en esas localidades.
Cuando se examinan las estadísticas del país, ya sean los datos de marginación, encuestas de alimentación y nutrición, o la información sobre servicios vinculados a la salud, comprobamos que los pueblos indígenas están siempre en la parte más crítica de las tablas. Si se trata de marginación invariablemente aparecerán en los primeros lugares; en las estadísticas sobre satisfactores, están en los últimos lugares.
Zolla resaltó que los habitantes de pueblos originarios son quienes presentan las tasas más altas de desnutrición (severa, media o moderada) en el país, dengue y otras enfermedades ligadas a su condición socioeconómica. Además, sus viviendas carecen de los satisfactores necesarios (agua potable, drenaje, pisos de cemento, alcantarillado) que impactan directamente en la salud.
La pregunta es: ¿por qué? Más allá de discriminación histórica, de pérdida de territorios, efectos de una desigualdad enorme en un país como México y en general en América Latina, existen factores estructurales que impactan en la salud de estas personas. Ejemplo de ello es la falta de centros de salud en poblaciones menores a 100 habitantes. Los modelos están desarrollados para poblaciones superiores a mil 500 o 2 mil 500 habitantes. Por eso, o lo cambiamos o están condenados a repetir su marginación.
Asimismo, las cifras inconsistentes
sobre estos pueblos que tiene el sistema de salud nacional, el que haya seis diferentes instituciones de salubridad y que el Seguro Popular se interese más por propagandizar
la cobertura universal, son otros elementos que impiden que las comunidades originarias accedan a estos servicios.
“Las clínicas no tienen medicamentos; el doctor va dos veces a la semana a las regiones rurales o no quiere ir, y las posibilidades de traslados a urgencias y centros hospitalarios es nula. La cobertura universal es en buena medida una ficción.
“Frente a eso, el recurso principal de las poblaciones indígenas aparece en la medicina tradicional, que históricamente ha sido marginada y que incluso hoy, cuando es reconocida en la Constitución y en la Ley General de Salud, el apoyo a su conservación, desarrollo y optimización de recursos es inexistente.
“La Secretaría de Salud tiene una Dirección de Medicina Tradicional y Desarrollo Sustentable, pero la derrama de recursos hacia las organizaciones de médicos tradicionales –más de 200 en el país– es prácticamente nula.”
Según el académico, la restructuración del sistema de salud en el país debe poner como uno de sus principales puntos de atención a los pobladores indígenas, porque se debe pensar en una estructura de salud para los mexicanos
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