Lunes 2 de abril de 2012, p. 39
Un bebé que no voltea cuando se le llama, no sonríe ni establece interacción afectiva con sus padres puede tener autismo, enfermedad congénita que requiere de atención médica siquiátrica y neurológica. De no atenderse a tiempo, puede ser causa de discapacidad, advirtió Virginia González Torres, secretaria técnica del Consejo Nacional de Salud Mental.
El autismo es la tercera enfermedad mental más frecuente después del trastorno por déficit de atención y las alteraciones del estado de ánimo; los especialistas calculan que en México hay cerca de 40 mil personas que la tienen. No existe una estadística puntual sobre el padecimiento.
De acuerdo con expertos, se trata de una alteración de origen genético que se expresa por una deficiente actividad del pensamiento. No se cura, pero sí es posible controlar los síntomas y facilitar la incorporación de los pacientes a una vida normal, principalmente en los casos de enfermedad leve y moderada, que son las más comunes en el país.
González Torres explicó que el autismo se caracteriza por problemas de desarrollo del lenguaje, de interacción social y conductas repetitivas.
Aunque en la actualidad existe mayor información sobre la enfermedad para el diagnóstico clínico, todavía prevalece la falta de información entre el personal de salud y la sociedad en general.
Advirtió sobre la necesidad de promover la detección temprana y orientar sobre la importancia de acceder a una atención médica integral. El autismo, dijo, se puede detectar desde los primeros meses de vida del bebé, pues éste no voltea cuando se le llama, no contesta una sonrisa y, cuando es un poco mayor, no señala.
En la infancia el niño tiene problemas en el desarrollo del lenguaje, conductas repetitivas sin sentido; no mira a los ojos, no hay interacción afectiva con los padres de familia, como abrazos y besos, no sonríe ni muestra receptividad social. Además, no tiene interés por desarrollar un lenguaje verbal o físico.
El diagnóstico consiste en el interrogatorio familiar sobre las pautas de conducta, lenguaje y alimentación del niño, y con base en la información obtenida se evalúan una serie de criterios clínicos para confirmar o descartar la enfermedad
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