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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Cada año secuestran en México a 20 mil para trata laboral o sexual

Cada año secuestran en México a 20 mil para trata laboral o sexual
Indígenas, jornaleros, afrodescendientes, migrantes y jóvenes, los sectores más vulnerables
Foto
Marcela Loaiza, sobreviviente de trata con fines de explotación sexual, durante su participación en la conferencia de prensa en la ciudad de México para advertir sobre ese delitoFoto Cristina Rodríguez
Elizabeth Velasco C.
 
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de septiembre de 2013, p. 35
De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, cada año 20 mil personas son secuestradas en México con fines de explotación laboral y sexual, siendo las niñas y mujeres 80 por ciento de las víctimas.
Informaron lo anterior Gretchen Kuhner, coordinadora del Instituto para las Mujeres en la Migración; Mónica Salazar, del Colectivo contra la Trata de Personas en México; Aída Díaz, de la Coalición para la Abolición de la Esclavitud y la Trata de Personas (CAST, por sus siglas en inglés), y Antonia Chávez, del Observatorio Latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas, capítulo México.
En conferencia de prensa, en la cual presentaron a la mexicana Flor Molina y a la colombiana Marcela Loaiza, víctimas de trata con fines de explotación sexual y laboral, respectivamente, las activistas señalaron que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que esos hechos involucran cada año a más de 4 millones de mujeres y niñas en el mundo, las cuales son vendidas con para los fines referidos, así como para el tráfico de órganos o la mendicidad.
En el caso de México, refirieron, la trata se ha recrudecido por el clima de violencia y la ausencia de políticas públicas para atender y mejorar las condiciones de vulnerabilidad y pobreza extrema de niñas y mujeres explotadas a escalas nacional e internacional.
Ante el creciente número de víctimas, las activistas y las sobrevivientes de trata consideraron de la mayor relevancia que las autoridades de los tres niveles de gobierno atiendan las necesidades de los grupos sociales en situación de vulnerabilidad, en particular las poblaciones indígenas, jornaleras agrícolas, afrodescendientes, migrantes, jóvenes, niñas y mujeres insertas en contextos de crimen organizado o en reclusión.
Al dar su testimonio, Molina refirió ser víctima de trata laboral. La indígena de la sierra norte de Puebla relató que fue enganchada luego de que falleció su pequeña hija, a quien no pudo atender en un hospital por carecer de recursos. Temerosa de la suerte de sus otros dos hijos, y ante una oferta que le hicieron, decidió irse a Estados Unidos a laborar.
Molina se fue de su comunidad, junto con su maestra de costura, con el viaje pagado, una oferta de trabajo, alojamiento, comida y buen salario. Lo que no sabía es que sería recluida en una fábrica de ropa de Los Ángeles, “con una jornada de las 4 de la madrugada a las 10 de la noche, o más tarde, en condiciones de abuso y violencia. Su tratante la sigue buscando y persiguiendo, según dijo.
El caso de Loaiza fue distinto, pero también grave. Ella fue enganchada por la mafia japonesa y prostituida durante 18 meses en Japón, donde sufrió todo tipo de vejaciones. Hoy tiene una fundación en Colombia con su nombre, ha escrito dos libros y es la cara pública de la campaña de Naciones Unidas contra la trata de personas.
Víctimas y activistas señalaron que es necesario que los gobiernos, organizaciones sociales y medios de comunicación no revictimicen, estigmaticen ni discriminen a las personas que han vivido alguna situación de trata, y se realicen acciones que prevengan a más personas sobre este crimen, entre otras propuestas.

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