Hace dos años que Julián no asiste a un salón de clases. Dejó la escuela al terminar la secundaria, no por falta de capacidad –culminó sus estudios básicos con más de 9 de promedio–, sino porque siempre se le tachó de indisciplinado
.
Esa mala fama
, sumada a su idea de que terminar una carrera no lo hará millonario
, ocasionaron que el joven, de 17 años, pase la mayor parte de su tiempo con sus amigos en una esquina de la colonia popular en la que habita.
El chico afirma no tener interés en trabajar ni seguir estudiando. Con la banda la paso chido. Mejor vivir el presente
.
El de Julián es uno de miles de casos de chicos desesperanzados
que forman parte de un sector de los jóvenes que no estudian ni trabajan (ninis), a quienes –a diferencia de otro sector de los llamados ninis– no les interesa conseguir un empleo ni estudiar, asegura Nelia Tello, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
La académica, quien realizó una investigación con jóvenes y adolescentes del Distrito Federal dedicados al ocio, sostiene que la solución al problema de los ninis va más allá del planteamiento gubernamental y legislativo de construir más escuelas o generar empleos, pues, en miles de casos parecidos al Julián, el conflicto viene por falta de atención familiar, social, académica e institucional, así como por la desigualdad social y económica.
“Era bueno en la escuela, pero tuve problemas con el prefecto y con el profe de historia: la verdad soy respondón. Terminaron por expulsarme de la secundaria en tercer año, tuve que terminarla en un colegio donde no conocía a nadie, nunca me adapté. Decidí no estudiar más, no le encuentro chiste”, comenta Julián.
Es el menor de tres hermanos y casi no ve a sus padres porque se la pasan trabajando
. Se dice apartado de su familia y sólo siente confianza con los cuates de la calle
.
Estos testimonios muestran la exclusión institucional de la que ha sido víctima este sector. Y hace énfasis en que uno de los errores más recurrentes del sistema educativo es expulsar a los jóvenes problemáticos
porque el problema sólo se traslada a las calles.
La universitaria afirma que se trata de un situación social grave ya que demuestra la incapacidad del Estado para dar atención a sus jóvenes y adolescentes.
“La respuesta a los ninis y este sector va más allá de crear escuelas, empleos y canchas de futbol. Debe haber una política de atención a jóvenes que incluya capacitación para padres y maestros”
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