El control que ejerce el crimen organizado sobre las cárceles del país es tan grande, que la versión de que 59 presos se fugaron
del penal de Nuevo Laredo, Tamaulipas, ya no es creíble. En todo caso, habría que preguntarse quiénes se los llevaron, a dónde y con la complicidad de qué autoridades, afirmó Consuelo Morales, directora de la organización Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (Cadhac), con sede en Monterrey, Nuevo León.
Estamos viviendo un momento de mucha confusión, con muchos actores interviniendo, y por ello desde hace tiempo vemos que se dan fugas de reclusos en diferentes centros penitenciarios, que son gobernados por la delincuencia organizada
, señaló la activista.
Morales recordó el caso de los presos del Centro de Readaptación Social (Cereso) de Gómez Palacio, Durango, que eran sacados por la noche para cumplir ejecuciones, y se les regresaba en la mañana. “Viendo eso, no podemos decir tan a la ligera que ‘se fugaron’ y ya. Más bien hay que preguntarse quién los sacó, a dónde, para qué, y con la complicidad de cuáles autoridades”.
En el asunto de las fugas masivas de reos, lamentó, hay una gran responsabilidad del gobierno.Ya no nos creemos el cuento de que se fueron solos, y que no nos digan que fue la delincuencia organizada. ¿Y luego? Lo que nos importa no es quién fue, sino los resultados para resolverlo. Si no pueden, que se vayan, porque reciben una paga y sólo están de adorno
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