Guillermo Montalvo Fuentes Activistas gays de Tabasco y otras partes del país poco apoyaron al estudiante tabasqueño México DF, diciembre 20 de 2010. Las palabras que motivaron a Carlos Williams a tomar aquella decisión fueron determinantes: “A mí no me gustan los homosexuales, y los que hay en la escuela tienen que estar seriecitos, no en la abominación y depravación como tú”. Eso le advirtió la directora del centro de estudios donde el joven cursa la educación media superior, en Nacajuca, Tabasco. Escenas como esta parecen locales y esporádicas, sin embargo, lo cierto es que son más frecuentes de lo que se piensa en las escuelas mexicanas, pues las cifras, las encuestas y los registros, revelan que la discriminación por orientación sexual en las aulas es un fenómeno que se replica cada vez más, siendo el nivel medio superior el de mayor incidencia. De entre las múltiples formas en las que un estudiante puede ser discriminado en su lugar de estudios, la originada por razones de su orientación sexual es una de las más comunes. Héctor Salinas, académico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), y experto en el tema de bullying homofóbico, explica que éste es un fenómeno de acoso entre pares, que se da cuando la violencia y la discriminación por orientación sexual se conjugan en los espacios educativos. De este modo, se habla de bullying homofóbico cuando un alumno, o grupo de alumnos, agreden a otro por ser, o incluso parecer, homosexual. Aislar, ignorar, insultar, además de la violencia física, son algunos de los mecanismos que se utilizan en las escuelas para discriminar a personas con una orientación sexual no “heteronormativa”, lo cual genera, en los estudiantes violentados, severos estragos que van desde el temor y la depresión hasta el suicidio. Claudia Anaya Mota, presidenta de la Comisión Especial Sobre la No Discriminación en la Cámara de Diputados menciona que la discriminación en las escuelas cambia y va rotándose dependiendo el nivel educativo. “En escuelas primarias, los grupos que tienen mayor discriminación son las personas con alguna discapacidad y los niños que forman parte de alguna religión no católica, aún en escuelas laicas, por ejemplo, los Testigos de Jehová”. La legisladora federal del Partido de la Revolución Democrática subraya que en el caso de las secundarias, la discriminación cambia, es decir, va rotándose a otros grupos. Ahí las víctimas son gente con VIH/sida, alumnos que tienen una apariencia o un aspecto distinto, como pueden ser quienes pertenecen a tribus urbanas, además de los jóvenes con una orientación sexual distinta a la heterosexual. Igualmente, Anaya Mota señala que la prevalencia de casos de discriminación es todavía mayor en los niveles medio superior y superior, siendo una vez más la orientación sexual uno de los principales motivos. Con base en los resultados arrojados por la “Primera Encuesta Nacional sobre Exclusión, Intolerancia y Violencia en las Escuelas de Educación Media Superior” para el ciclo 2007-2008, un buen porcentaje de los alumnos de este nivel educativo discrimina. De los 13 mil 104 estudiantes encuestados, hombres y mujeres de 15 a 19 años, de subsistemas federales, estatales y autónomos de la República Mexicana, 54.0 por ciento manifestó rechazo a compañeros enfermos de sida, 52.8 por ciento a los no heterosexuales, y 51.1 por ciento a quienes tienen capacidades diferentes. Esta encuesta, realizada a petición de la Secretaría de Educación Pública reveló que los hombres son más violentados que las mujeres, asegurando que han sido insultados, ignorados, blanco de apodos ofensivos y rechazados. Sin embargo, son las mujeres quienes registran un mayor índice de estrés y depresión. Al respecto, Gabriela Rodríguez, directora general de la asociación civil Afluentes, dedicada a promover la educación sexual, señala a esta agencia que el principal problema en el tema de la discriminación en las aulas radica, más que en los alumnos, en el personal docente, pues “son ellos quienes también discriminan con frecuencia, y a quienes les toca parar la discriminación en la escuela o cualquier forma de bullying, a través de la enseñanza del respeto y la tolerancia”. En este sentido, la discriminación por orientación sexual en las escuelas no se reduce únicamente a la ejercida por los estudiantes, compañeros de clase, sino que existe también la originada en los profesores y personal administrativo, tratándose no propiamente de bullying homofóbico, pues como menciona Héctor Salinas, en este caso hay abuso jerárquico, abuso de autoridad. Tras haber sido expulsado debido a su homosexualidad por Violeta Oliva Cornelio, directora del Colegio de Bachilleres número 39, Carlos Williams se encadenó el pasado 22 de noviembre a las puertas del lugar y comenzó una huelga de hambre, la cual se prolongó durante 12 días. |
sábado, 1 de enero de 2011
Homofobia y abuso de autoridad, combinación letal. Primera de dos partes
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