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lunes, 13 de septiembre de 2010

CARTONES




Caso Nadia. “No se vale esperar la justicia divina”

Leonardo Bastida Aguilar
México DF, septiembre 13 de 2010.
“No se vale esperar la justicia divina”, exclamó María Antonia Márquez Jiménez, ante el procurador de justicia del estado de México, Alfredo Castillo Cervantes, durante una sesión de trabajo con la Comisión Especial del Feminicidio de la Cámara de Diputados.
El 12 de febrero de 2004, su hija Nadia fue asesinada por su esposo, Bernardo García Martínez, y su cuñado, Isidro López Gutiérrez en su domicilio ubicado en Santa María Tianguistengo, Cuautitlán Izcalli, estado de México. Aquella tarde, los testigos presenciales fueron los hijos de Nadia quienes indicaron a las autoridades que su papá y su tío golpearon a su mamá.
Sin embargo, Márquez Jiménez, desde un principio señaló la existencia de irregularidades en los procesos de investigación, ya que los peritos olvidaron llevarse la soga con la que fue cometido el crimen. Además, la camisa sangrada del cónyuge de Nadia en la que quedó plasmada la mano de la víctima fue desaparecida.
En la agencia del ministerio público local, al cadáver de Nadia no se le realizó la prueba del raspado de uñas. María Antonia agregó que en la averiguación previa se determinó que su hija tenía sólo tres horas de muerta cuando en realidad tenía más de 10 de haber dejado de existir.
María Antonia recuerda que esa tarde la recámara de Nadia estaba desordenada. Era evidente que había ocurrido una pelea pero cuando llegó el ministerio público este sólo escribió una nota al respecto y no tomó fotografías.
El cadáver de Nadia estaba en el baño con una soga en el cuello e hincada. El dictamen final: Suicidio por padecer violencia intrafamiliar y depresión. El texto indicaba que las huellas de violencia en sus dedos y boca fueron ocasionados en días anteriores.
A partir de este momento María Antonia decidió interpelar la decisión. La procuraduría le indicó que ella misma podía presentar resultados de pruebas realizados aparte. Al presentarlas le indicaron que eran correctas pero que tenían que tomar en cuenta ambas investigaciones.
En un principio logró que Isidro López Gutiérrez se entregara a las autoridades pero lo hizo acompañado de 14 personas que aseguraron haberlo visto en una reunión por lo que poco tiempo después salió libre y se amparó para poder estar prófugo al igual que su hermano Bernardo.
Por el momento, María Antonia cuida a sus tres nietos y espera desde enero de 2009 que se reabra el caso y se consigne a los funcionarios responsables debido a las negligencias periciales ocurridas durante la investigación. Con un dejo de preocupación en su rostro y voz entrecortada asegura que no tiene nada que perder por lo que recurrirá a cualquier instancia posible para que haya justicia en el caso de Nadia.

La Bestia. Migraciones. Mirando al sur

Leonardo Bastida Aguilar
Rumbo a los Estados Unidos. Foto: Isabel Muñoz
México DF, septiembre 10 de 2010.
“Sí me van a violar mejor pónganse condón porque tengo sida”, advirtió Paola -mujer transexual-, a sus agresores en Ixtepec, Oaxaca, mientras se dirigía al Distrito Federal. En las dos ocasiones que vivió la experiencia, sus atacantes decidieron subirse el pantalón y dejarla en paz. Paola, originaria de Guatemala, viaja cada año en “La Bestia” para llegar a la capital mexicana e incorporarse al trabajo sexual debido a que lo pagan mejor que en su país.
Centenas de personas de Centroamérica, e incluso América del Sur, intentan cruzar el territorio mexicano en “La Bestia”, tren de carga que parte en Arriaga, Chiapas, y que llega a Nuevo Laredo, Tamaulipas, punto de cruce con los Estados Unidos, con el fin de alcanzar el sueño americano.
Sin embargo, en los cerca de cinco mil kilómetros que existen entre el Río Suchiate, en Chiapas, y el Río Bravo, en Tamaulipas, ocurren muchas situaciones que cambian la vida de los migrantes.
Tras leer un periódico en el que se hablaba del recorrido de los migrantes salvadoreños en su camino a los Estados Unidos, la fotógrafa española Isabel Muñoz, decidió viajar y abordar a La Bestia.
Acompañada de los periodistas salvadoreños Carlos y Oscar Martínez, la fotógrafa emprendió el viaje a la zona de Ixtepec, Oaxaca, para documentar por medio de su lente la situación de los migrantes centroamericanos y sudamericanos en México.
Así surgió esta serie de fotografías, que de acuerdo con Muñoz dan testimonio de las contrariedades existentes en este camino en el que ocurren atrocidades como violaciones a mujeres y hombres, asesinatos, secuestros, golpizas y mutilaciones corporales cuando los migrantes caen de “La Bestia”, pero también se dan historias de amor, amistad y de “milagros” que en estas situaciones son la diferencia entre la vida y a muerte.
Al respecto, la fotógrafa española, indica que sintió la necesidad de tomar fotos de los sitios paradisíacos por los que cruza este tren porque es en ellos mismos donde se cometen tantas atrocidades a la luz de la impunidad.
Sobre esto, la artista visual indica que le causa tristeza saber que las chicas prefieren tomar pastillas anticonceptivas para evitar embarazarse ante las casi inevitables violaciones. Dice que muchos migrantes son acusados de “tener sida”, no obstante que realmente lo adquieren en el trayecto después de haber sido agredidos sexualmente.
La artista española que las historias narradas a bordo del ferrocarril son desgarradoras y considera que si mucha de esta gente supiera lo que viene, lo pensaría más antes de emprender la aventura sobre todo cuando alcanzan a llegar a la frontera norte y se dan cuenta que la situación es peor.
De esta manera, la travesía de Muñoz, se refleja en esta serie de fotografías producto de tres viajes realizados entre 2008 y 2009, en la que asegura que la peor parte del viaje es cuando “La Bestia” se detiene porque nada bueno va a pasar.
La Bestia. Migraciones. Mirando al sur, de Isabel Muñoz se inaugura este sábado 11 de septiembre en el Centro Cultural España a las 13:00 horas.

Niños repatriados padecen abandono escolar y familiar

Experta asevera que al año unos 40 mil menores son devueltos, la mayoría sin sus padres

Niños repatriados padecen abandono escolar y familiar

El fenómeno no ha sido analizado a profundidad por las autoridades, señala Sandra Llamas

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Las cifras de menores migrantes repatriados son alarmantes. En la imagen, un grupo de indocumentados fue detenido en 2004 antes de llegar a Estados UnidosFoto Alfredo Domínguez
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Lunes 13 de septiembre de 2010, p. 40

Alrededor de 40 mil niños son repatriados cada año de Estados Unidos a México, la mayoría de ellos sin sus padres, lo que ha provocado fenómenos de desintegración familiar y deserción escolar crecientes, advirtió la académica Sandra Llamas, especialista en temas de política internacional de la Universidad Iberoamericana.

En entrevista con La Jornada, la profesora explicó cómo en los recientes cuatro años algunas instituciones oficiales han comenzado a investigar cómo ocurre el proceso de reinserción de los menores, luego de la experiencia frustrada de migrar a Estados Unidos con sus padres u otros familiares.

Los números son alarmantes. La cantidad de niños repatriados a México, quienes en su mayoría son deportados sin sus padres, se ha incrementado a más de 40 mil al año, y de este problema no se ha hablado con profundidad, señaló.

De acuerdo con estadísticas del Consejo Nacional de Población (Conapo), entre 2007 y 2009 hubo 106 mil menores repatriados desde Estados Unidos, lo cual da un promedio de 35 mil anuales, pero esa cantidad en realidad es más cercana a los 40 mil, según estudios del investigador Antonio Meza Estrada, quien ha analizado el fenómeno sobre todo en Oaxaca.

El problema ha tendido a incrementarse, y a lo mejor en 2010 esta cantidad ya aumentó. Los reportes del Conapo indican que la mayoría de los niños regresa sin sus padres, y muchos son recibidos por sus abuelos o empiezan a buscar otros familiares en varias entidades del país, lo cual les genera altibajos económicos y deserción escolar, explicó Llamas.

Por desgracia, las instituciones encargadas de proteger a la niñez –entre ellas el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), aunque no solamente–, no han atendido el problema, en un momento en el que los menores afectados necesitan atención sicológica y médica, además de apoyo para que su proceso educativo no se trunque.

La cuestión de volver a México y tocar las puertas de las escuelas es muy difícil. El niño está abandonado y para registrarlo otra vez, en algunos planteles les exigen documentos que no tienen, como el acta de nacimiento, lo que viola los artículos 3 y 31 de la Constitución y la Convención de los Derechos del Niño, que entró en vigor en el país en el año 2000, señaló.

De esa forma se genera un problema grave de rezago escolar, porque suelen inscribir a los menores en grados que ya habían cursado, egresan cada vez con mayor edad o, en el peor de los casos, desertan y se vuelven niños de la calle, caen en redes de explotación infantil o se unen a pandillas.

Aunque no es privativo de una sola región, el fenómeno se presenta con más frecuencia en los estados de México, Puebla, Veracruz, Chiapas y Oaxaca, donde se registran los índices más altos de pobreza.

Estos huérfanos de la migración, lamentó Llamas, se hacen invisibles para la gente, y en ello hay responsabilidad de las instituciones públicas, pero también de la misma sociedad, que muchas veces no crea redes de atención adecuada para las víctimas de este fenómeno.

“Al niño se le ha quitado su infancia, se le ha abandonado. Debemos hacer algo ante esta situación, porque si continúa, puede crecer el número de jóvenes en las bandas o que ya no se insertan en la educación, como los ninis”, advirtió