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domingo, 6 de febrero de 2011

Atrae multitudes la exposición en el Antiguo Colegio Militar

Atrae multitudes la exposición en el Antiguo Colegio Militar
Foto
Jugando a ser soldadoFoto Carlos Ramos Mamahua
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Domingo 6 de febrero de 2011, p. 18

La exhibición de vehículos, armas y uniformes es un buen imán para las multitudes. Así lo demostró el primer fin de semana de la muestra La gran fuerza de México, que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) presenta actualmente en el Antiguo Colegio Militar de Popotla, donde permanecerá hasta el 2 de marzo.

En una apertura poco frecuente de las fuerzas armadas del país, las estrellas de la exposición son los juguetes de la guerra contra el crimen organizado, en particular los más grandes y vistosos.

Un enorme helicóptero artillado domina el escenario de la explanada del colegio, y provoca filas para ver cómo es semejante monstruo en su interior. Un poco más adelante, una tanqueta concentra a decenas de padres que quieren fotografiar a sus hijos trepados en ella.

En todas partes puede notarse una especie de admiración infantil. El ruido de un módulo se confunde con el de otro, y las explicaciones de los paracaidistas a veces se mezclan con las de los buzos, los artilleros o los equipos especiales, en un espacio donde se construye por todos lados una imagen heroica de los soldados, con marchas militares y el Huapango de Moncayo incluido.

Los invitados de lujo, a no dudarlo, son los niños y los adolescentes. Con el rostro pintado con manchas de camuflaje, pueden subirse a las Hummer artilladas, a las lanchas rápidas o a los camiones de transporte de tropas, además de cargar algunos de los aparatos que utilizan los soldados en su trabajo cotidiano.

Presentado así, el arsenal de las fuerzas armadas se ve impresionante, pero lo es todavía más el hecho de que el crimen organizado lo pueda rebasar.

–¿El narco tiene tantas armas como ustedes?

–¿Quiere que le diga la verdad?: Ellos tienen hasta más, pero lo que no tienen es disciplina. Son gente que reclutan, pero que no saben cómo utilizar sus armas, dice un oficial con 27 años de servicio en el Ejército.

No sólo los niños se pintan la cara como soldados de infantería, también muchos de sus papás lo hacen y dicen con gesto serio que si ellos se los pidieran, los dejarían ser uniformados, porque es una labor con la que servirían al país.

Los despliegues de fuerza dejan sin palabras a más de uno, pero también provocan en otros las dudas más inesperadas. Después de escuchar la velocidad, peso y armas de un helicóptero, en voz de su propio capitán, un adolescente le pregunta a su amigo, mientras caminan hacia la salida: Si tienen tanto equipo, ¿por qué no han garrado al Chapo?

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