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jueves, 17 de enero de 2013

ENTREVISTA CON ELIZABETH PISANI. VIH y conducta responsable*




Ng Yi-Sheng
Elizabeth Pisani. Foto: Marit Miners
México DFenero 11 de 2013.
Elizabeth Pisani es una investigadora experta en el estudio de las epidemias y en particular de los comportamientos de riesgo que exponen a la población a la infección por el VIH. Durante más de una década ha tenido como misión hacer que los tomadores de decisiones a nivel mundial comprendan la gravedad de los problemas que generan políticas de prevención anticuadas e ineficaces.
 
Como epidemióloga ha trabajado por muchos años en Indonesia y es una gran conocedora de la evolución de la epidemia en el continente asiático. Es una de las pioneras del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/sida (ONUSIDA) y como tal ha tenido la oportunidad de trabajar en cuatro continentes en la investigación y documentación para el control del virus.
 
Es autora del libro La sabiduría de las putas (The wisdom of whores, 2008), un recuento provocador y ameno, políticamente incorrecto, de su experiencia y también una denuncia de la creciente burocratización de las organizaciones de lucha contra el sida, las inercias gubernamentales, y la persistencia de conductas de riesgo que han contribuido a la innecesaria expansión de la epidemia.
 
¿Cómo empezó a interesarse en la lucha contra el VIH/sida?
 
En realidad, por error. Supongo que llegué por casualidad a Nueva York a una edad en que era bastante impresionable: a finales de mi adolescencia, misma que coincidió con el inicio de la crisis del sida. Tenía muchos amigos gay, por lo que estuve muy consciente del fenómeno.
 
El VIH llega con la liberación gay. Forma parte de ese escenario. ¿Por qué surge en Nueva York y en San Francisco a principios de los ochenta? Porque es ahí donde surgen los bares gay. Esa parte negativa del ambiente gay tiene que ver con el alcohol, con la cultura de salir a ligar y que te importe un bledo todo; una cultura del desenfado total. No es el hecho de ser homosexual lo que incrementa tu riesgo; tampoco el hecho de tener sexo anal. Es el hecho de tener sexo con un gran número de parejas en un periodo de tiempo muy corto.
 
Toda esta historia de HSH (Hombres que tienen Sexo con otros Hombres) para mí no tiene sentido. No me importa la historia de parejas fieles entre hombres gay, como tampoco me importa en el caso de los heterosexuales. Hago mi programa de prevención entre trabajadores sexuales y gente joven que en el mundo de los bares se droga y sale luego a tener sexo.
 
No ando de puerta en puerta diciéndoles a viejas parejas casadas que utilicen el condón, trátese de hombres gay o de heterosexuales. El problema es que el mundo virtual, el mundo del Internet, está creando problemas muy serios. Si la gente encuentra parejas en un espacio físico, yo podría llegar hasta ahí y entrar en contacto con ellos. Pero qué sucede si la gente se conoce en un espacio virtual. Puedo llevar un condón a un baño de vapor, a un lugar de ligue, a un bar, pero no puedo llevarlo hasta el Internet.
 
La parte positiva del surgimiento de una identidad gay y de una tolerancia que permite que existan los bares gay es que con ella llega también un sentido de comunidad que favorece la responsabilidad y el cuidado en todo lo relacionado con la salud sexual.
 
Esto permitió también la primera y más efectiva respuesta al sida entre los hombres gay de países ricos, Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña y gran parte de Europa. La respuesta no vino de los gobiernos; tampoco de los organismos de salud. Llegó desde las comunidades. Y esta sensación de comunidad ha disminuido en varios países, y lo mismo ha sucedido con la respuesta frente al sida.
 
¿Hay algún mito en especial que quisiera hoy señalar?
 
Hay algo ahora que es una preocupación importante. Se trata de la creencia de que el tratamiento es prevención: decir que porque tenemos medicamentos, éstos disminuyen la carga viral y que si uno está medicado no infectará a alguien.
 
Con mucha frecuencia, incluso en comunidades donde una de cada tres personas está infectada, la gente tiene sexo y no discute siquiera el VIH y el uso del condón –todo bajo la lógica de que si un miembro de la pareja está infectado, muy probablemente esté ya bajo tratamiento y por lo tanto y de cualquier manera no será ya tan infeccioso.
 
Pero el problema es otro: más de 50 por ciento de la transmisión ocurre en el periodo de seis semanas después de una primera infección, cuando la gente ni siquiera sabe que está infectada y cuando ciertamente no toma medicamento alguno. Resulta por ello mucho más seguro tener sexo con alguien que sabe que está infectado y se encuentra bajo tratamiento, que tener sexo con alguien que sólo afirma ser seronegativo.
 
¿Hay algo más que quisiera añadir?
 
Cada persona es responsable de su propia conducta. Hoy en día el VIH es algo que uno elige. Y puedes elegir no tener el VIH. No tiene sentido llorar y quejarse por algún tipo de estigma, etcétera, etcétera. Si tienes sexo con otro tipo, no estás en una situación en la que el estigma tenga alguna relevancia. Puedes padecer el estigma en otras áreas en tu vida, pero no cuando aceptas una penetración. En este último caso, siempre puedes utilizar un condón. (Traducción de Carlos Bonfil)
 
*Versión editada de una entrevista con Elisabeth Pisani, autora de La sabiduría de las putas (Sexto Piso, 2011), por Ng Yi-Sheng, para Newsfeatures, agosto 2012. Publicada en el número 198 del Suplemento Letra S del periódico La Jornada el jueves 3 de enero de 2013
 
Traducción: Carlos Bonfil
 
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