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domingo, 15 de septiembre de 2013

Preso, joven trabajador por su aspecto "fachoso"

Preso, joven trabajador por su aspecto fachoso
Gustavo Castillo García
 
Periódico La Jornada
Domingo 15 de septiembre de 2013, p. 4
Carlos de Regil Salazar Padilla, de 20 años de edad, iba fachoso, dijo su madre. Vestía pantalón de mezclilla, playera y encima una camisa desabotonada. Llevaba identificación, la de su empleo. Salía de trabajar y se dirigía a su casa, pero en instantes quedó en medio de un cerco policiaco.
Nadie le creyó que se dedicaba a proporcionar atención telefónica para cuentahabientes de una tarjeta de crédito, y fue trasladado en calidad de detenido como uno de los violentos que trataron de enfrentarse a la Policía Federal en el el Zócalo.
Doce horas después de su detención llamó a su casa para decir que estaba en el Centro de Mando de la Policía Federal, en Iztapalapa; que no lo habían puesto a disposición de ninguna autoridad, porque los agentes del Ministerio Público Federal no llegaban y nadie le podía decir qué delito cometió el viernes por la tarde.
Lilian Salazar, su madre, informó que el joven le llamó en cuanto quedó en medio del cerco policiaco: “me dijo que lo habían detenido, que era hora en que todavía estaba el desalojo de maestros, pero que no me preocupara, pues confiaba en que podría irse pronto.
“Carlos tiene un horario de nueve de la mañana a cuatro de la tarde en su trabajo en la empresa Telvista, en el número 38 de la calle Bolívar, en el Centro Histórico. Presta sus servicios brindando ayuda vía telefónica a clientes de American Express, y llevaba la credencial que le dieron en su trabajo, pero nadie le creyó. Iba a su casa, en la colonia Nueva Santa María, en Azcapotzalco.
Me volvió a llamar cuando lo llevaban detenido a la Coordinación Estatal de la Policía Federal en el Distrito Federal (Centro de Mando de la Policía Federal). A las cuatro de la mañana (de ayer sábado) fue la última vez que me llamó, me dijo que ya casi no tenía saldo en el celular y poca batería. Que seguían detenidos, sin ser entregados al Ministerio Público, narró Lilian Salazar.
Al cierre de la edición, Carlos Alfredo estaba, como los otros detenidos a los que se les dejaba ir bajo reservas de ley, en espera de que se confirmara que podría quedar libre al pagar una fianza de mil pesos, y en caso de que fueran acusados de algún delito, podrían enfrentarlo sin pisar la cárcel

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