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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Rechazo al maíz transgénico, asunto de economía social y herencia cultural

Rechazo al maíz transgénico, asunto de economía social y herencia cultural
Matilde Pérez y Angélica Enciso
 
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de noviembre de 2013, p. 43
La protección biológica de las 60 razas de maíz criollo del país no puede separarse de la diversidad cultural, pues el grano contribuyó al crecimiento de una cosmogonía, de las más variadas formas de expresión estética y de la organización social, dijo Cristina Barros ante los integrantes del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) reunidos en el auditorio de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
En la preaudiencia científica Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz, la investigadora independiente advirtió que la oposición a la siembra comercial de maíz transgénico no es un asunto de romanticismo sino la defensa de una economía social y de una herencia cultural.
Ante estudiantes y más de una veintena de científicos e investigadores que participarán hasta el jueves en la preaudiencia, Barros sostuvo que apuntalar la biotecnología como elprogreso y la solución al hambre, es un mito. Es ceder a cinco empresas trasnacionales la semilla que ahora está en manos de miles de campesinos; es aceptar una dictadura alimentaria.
Antonio Turrent, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias y presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (Ucss), asentó que de las 8 millones de hectáreas destinadas a la siembra de maíz, la mitad son sembradas con semillas de las 60 razas nativas.Más de 300 generaciones de habitantes mesoamericanos realizaron esa selección y ahora los campesinos producen un cuatro de billón de ellas y siembran 72 billones de granos al año.
¿Se puede sacrificar la biodiversidad del maíz por el desarrollo?, lanzó al público tras destacar que con el cereal se realizan más de 600 preparados alimenticios.
Andrés Carrasco, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, habló del aumento de abortos, cáncer y malformaciones, entre otras enfermedades, en las provincias de Córdoba y Santa Fe, Argentina, por el uso de glifosato en los cultivos de soya y maíz transgénicos. En 2011, dijo, fueron aprobadas 10 nuevas semillas con herbicidas e insecticidas apilados en ellas. La sociedad necesita científicos que, basados en sus saberes, le digan a Monsanto que miente; no puede seguir legitimando esto, acotó.
En otro foro, Octavio Rosas, de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales expuso que en el país hay 70 casos documentados de violencia contra el maíz en alrededor de mil comunidades y 140 casos de devastación ambiental, los cuales se presentarán en las audiencias temáticas del TPP que se realizarán del 15 al 21 de noviembre en la ciudad de México.
El reservorio genético del maíz está en riesgo por las solicitudes de cultivo comercial que realizan trasnacionales, señaló Verónica Villa, de la Red en Defensa del Maíz. Si se autoriza el cultivo de maíz transgénico sólo será en beneficio de tres o cuatro empresas, Monsanto entre ellas, la cual busca sembrar más de 10 millones de hectáreas

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